Venezuela: Entre la injerencia y la justicia divina

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Por Eduardo Martínez

Dos noticias sorprendieron este martes. Desde los Estados Unidos la primera de ellas, en cuanto a que la ex tesorera Claudia Díaz fue encontrada culpable de 5 acusaciones de lavado de dinero, en una Corte Federal en La Florida. La segunda, en boca de Diosdado Cabello, quien informó que el PSUV -partido de gobierno- enviará sus dirigentes a formarse en China, bajo la dirección del Partido Comunista Chino (PCCH).

La justicia divina

El venezolano, en su gran mayoría sufre las consecuencias de las catastróficas políticas económicas desplegadas desde 1999, primero por Chávez y actualmente por Nicolás Maduro.

En esta nota, si bien no vamos a recontar otra vez el recetario del fracaso, si vamos a recomendar que piensen en ello cada vez que vayan a comprar los alimentos de la semana. Eso es suficiente, para ver y razonar la película mental de la miseria.

Año tras año, desde 1999, hemos visto como se dilapidaban los petro dólares en momentos de abundancia, para luego sufrir la escasez de bienes y servicios con el inicio de la conducción de Maduro. La revolución había madurado.

Mientras el jubilado venezolano le abría más huecos a las correas, la familia venezolana promedio reducía la variedad alimenticia, y la falta de oportunidades lanzaba a la diáspora a más de 7 millones de venezolanos, Simultáneamente vimos como unos pocos “desguarilaos” de la sociedad venezolana se enriquecían de la nada.

Ese enriquecimiento, que no entendíamos en su momento, pudimos finalmente entender de dónde provenía en la medida en que nos faltaba de todo: de las bóvedas del Banco Central. Producto de conexiones y sumisión total al proceso revolucionario. Lo que dio pie a una nueva categoría en las estadísticas socio-económicas del país: los enchufaos y los bolichicos, amen de otras categorías no menores como los retirados y los soles, entre otros.

Estas fortunas no muy ortodoxas, y por lo demás ilustrativas de su mala procedencia -por cuanto todo el que se vuelve millonario de la noche a la mañana, no puede contener sus irresistibles deseos de mostrar su súbita riqueza- aterrizó en los aeropuertos de los escándalos “urbi et orbi” (latinazo que se traduce “en la ciudad y el mundo”).

Ante este descarado cuadro de corrupción y miseria, no podía faltar la falta de justicia en el país. Solo los opositores que chocan con el régimen, y los gobierneros que entran en desgracia, son acusados, enjuiciados y terminan en la cárcel. Los otros, no tienen precio.

Es así como la resignación del venezolano, muy creyente aunque no parezca, fue lo que llevó a decir: “al final, habrá justicia divina”.

No sabíamos los analistas que el venezolano se conformaría con una justicia divina más cercana: las Cortes Federales de los Estados Unidos. Esa es la justicia divina, deseada por los venezolanos en ese pragmatismo aprendido en los últimos 23 años.

Pues hoy a doña Claudia Díaz y su marido les salió su ración de Justicia Divina. No son los primeros, pero tampoco serán los últimos. Vendrán otros.

¿Y la injerencia?…

Eso lo abordaremos mañana jueves…

editor@eastwebside.com

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