Nadie discute que Venezuela tenga fuerzas armadas. Siempre que se tenga en cuenta que de los casi 29 millones de venezolanos, no más de 189 mil efectivos actualmente sirven en las distintas fuerzas. (estimación de revistas especializadas). Eso representa el 0,44% de la población. Una proporción que los civiles no debemos olvidar y los efectivos militares deben siempre tener presente.
Por Eduardo Martínez
En los últimos días, han estado muy perturbados los venezolanos civiles en edades comprendidas entre los 18 y los 60 años. Esto ocurrió al darnos cuenta que, la Ley de Conscripción y Alistamiento Militar, aprobada en octubre del año pasado, establecía un año de plazo para renovar la inscripción. Fecha tope que se alcanzará el próximo 21 de octubre.
Tras las primeras carreras, dudas y angustias, los venezolanos se dieron a la tarea de averiguar por cuenta propia los alcances de esta nueva Ley. Llamando la atención que en todo un año el Ministerio de la Defensa no haya difundido y promovido el conocimiento de la nueva Ley entre los venezolanos. Lo que incluye el uso de la Ley Resorte, que le hubiera permitido difundir gratuitamente a través de radio y televisión.
En sólo cuatro días, los venezolanos presurosos de cumplir con la Ley, congestionaron jefaturas, prefecturas, dependencias militares, registros y hasta el comercio dedicado al fotocopiado y fotografías tipo carnet.
La lectura de la nueva Ley sorprendió a los venezolanos. Sobretodo por los castigos y multas. Más que una ley de conscripción, parece una sancionatoria ley para recabar dinero en la forma de multas. Lo que deja en los civiles el mal sabor de cuál haya sido el verdadero objetivo de la nueva ley.
Otro aspecto que llama la atención, es lo poco elaborado del sistema de inscripción. En un país, en dónde cada vez más los tramites se realizan vía Internet, seguir a punta de lápiz y papel, nos retrotrae a la época en que el General Eleazar López Contreras regularizaba las montoneras para sentar las bases de lo que hoy en día son las fuerzas armadas venezolanas.
Por el contrario, han podido emular los procedimientos, tanto para la declaración de impuestos implantados por el Seniat, como los del Saime para la renovación de cédulas, pasaportes y datos filiatorios. Sencillos ingresos a una página web, donde el ciudadano registra sus datos e imprime un formulario en su impresora, para luego asistir a cualquier dependencia oficial, civil y/o militar, y entregarla acompañada de la documentación que respalda su inscripción. En el momento en que los ciudadanos ingresan su información personal, inmediatamente el Ministerio de la Defensa cuenta con una buena base de datos y tiene el censo de los venezolanos en edad militar.
Tomando en cuenta el elevado número de efectivos militares, en comisión de servicio tanto en el Seniat como en el Saime, no habría sido difícil instaurar un registro electrónico para la mayor parte de los ciudadanos que deben registrarse. Para aquellos sin acceso a Internet, siempre queda la opción de presentarse personalmente en las instalaciones militares y cumplir con el requisito de inscribirse en el Registro Militar.
Por eso para el venezolano común y corriente, es imperdonable la angustia de la fecha tope sumado a un pobre sistema de inscripción. Lo que explica la velocidad con la cual integrantes de la Asamblea Nacional corrieron a declarar que este lunes revisarán el texto legal, extenderán la fecha tope y, probablemente, eliminarán las multas y otros castigos. Ojalá sea así.
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