Rafael Gallegos: Cambio climático vs petróleo. ¿Falso dilema?

Por Rafael Gallegos

Si por algún motivo el Planeta Tierra amaneciera sin petróleo, la civilización retornaría a la edad de piedra. Aunque parezca de Perogrullo, hay que tener presente que la energía moviliza nuestra sociedad, y la inexistencia de ésta… la paraliza.

Transcurrieron miles de años para que el hombre llegara a utilizar el petróleo como combustible. Primero la fuerza física, acrecentada por las herramientas y por la utilización de ciertos animales como por ejemplo el buey. Luego con el uso del fuego, el ser humano comenzó a utilizar la madera como combustible.

Por esos años el ser humano no relacionaba ni de lejos, el clima con los combustibles. La velocidad de reposición de los daños causados por el hombre – somos depredadores por naturaleza- era muy inferior a la capacidad de recuperación de la naturaleza.

COMBUSTIBLE LIMPIO

La conjunción de la máquina de hilar con los motores de vapor, generó la revolución industrial. El carbón resultó con más poder calorífico y más económico que la madera. Crecieron las ciudades, las industrias, el intercambio económico. El mundo cambió a gran velocidad, como nunca antes.

Sin embargo, el aire de las fábricas y las ciudades aledañas se ennegreció. Dicen que en algunas partes las personas no podían verse a dos metros de distancia. Pero el carbón era lo que había y su uso se expandió por el mundo.

En el siglo XIX surgió el petróleo. Con más poder calorífico, más económico y más limpio que el carbón. Inicialmente el petróleo Alumbró al Mundo en las lámparas de kerosén.

Cuando Edison inventó el bombillo, apagó a la industria petrolera. Casi que quiebra; pero una gran alianza entre Rockefeller y Ford alrededor del motor de combustión, volvió a cambiar al mundo. Las industrias automovilísticas y de aviación se convirtieron en los prototipos del siglo XX.

Entonces la misión del petróleo fue Mover al Mundo. Un mundo cuya depredadora civilización, al contrario de antaño, poseía una velocidad de contaminación (petróleo, gas y carbón), muy superior a la de recuperación de la naturaleza.

Hoy el hombre ha generado una contaminación – claro que no sólo por los fósiles- que amenaza acabar con la civilización. La elevación de la temperatura del planeta, los extremos climáticos, el nivel de las aguas, la escasez de agua dulce y paremos de contar.

La generalidad culpa a los fósiles, y se ha planteado la urgente necesidad de abordar una transición energética basada en la sustitución de estos por las llamadas energías limpias (que por cierto no son tan limpias), que para que cumplan el requisito de ser combustibles sustitutos, deberán ser menos contaminantes, más poderosos energéticamente y más económicos que el petróleo, el gas y el carbón.

¿LLEGARÁN A TIEMPO?

El carbón llegó a tiempo, antes que el uso intensivo de la madera agotara los bosques de Europa. Dicen que la madera en Europa estaba en proceso de desaparición. Que Julio César para llegar a lo que es hoy Alemania, tuvo que atravesar gigantescos bosques, para ese momento muy decaídos; igual que el famoso Bosque de Sherwood de Robin Hood, que ya no era ni su sombra. Que si no hubiera aparecido el carbón como combustible, en poco tiempo los europeos hubieran tenido serios problemas de sobrevivencia. Es decir: el carbón llegó a tiempo.

Luego el petróleo y el gas, también llegaron en su tiempo y sustituyeron al carbón. Más limpios, poderosos y económicos.

¿Llegarán a tiempo las energías solar, eólica y las demás alternas? Hay serias dudas. Su desempeño ha sido mucho más lento de lo esperado. Ya el mundo está de regreso del sueño tan publicitado de sustituir a los fósiles antes del 2030 o del 2040. Es más, ahora algunos le dan más oportunidad al viejo Peak Oil que al Pico de Demanda, es decir, que dicen el petróleo se va a agotar antes de ser sustituido. ¿Exageración?… nunca se sabe.

Las matrices energéticas muestran que los fósiles siguen siendo el 75% de las fuentes de energía. El carbón, supuestamente “sustituido” por el petróleo hace más de cien años, todavía constituye una de cada cinco fuentes de energía. O sea…

Ya pocos dudan que el petróleo y el gas tendrán vigencia por décadas. Pero… eso no minimiza los riesgos climáticos. Ni el riesgo de un desastre ecológico.

¿QUÉ HACER?

En primer lugar, abandonar las lumpias en los análisis, y dejar de buscar culpables. Hay que asumir que los fósiles no serán sustituidos por décadas. Y mucho menos en los países más pobres.

En segundo término utilizar un Modelo Covid para desarrollar las energías alternas. Es decir unirse a nivel mundial los científicos y tecnólogos conocedores del tema, a objeto de adelantar significativamente los logros en energías alternas, tal como se hizo con el Covid, que lograron en tres años una vacuna que hubiera tardado unos quince, en condiciones normales.

En tercer término, limpiar el petróleo. En las últimas décadas se han logrado avances que han minimizado la contaminación de los hidrocarburos: la gasolina ecológica, la perforación de pozos por clústeres (varios pozos desde una misma localización), la transformación de las fosas de desechos en jardines en las localizaciones de perforación, etc.

Hoy se asoma a esta palestra el CAC, captura y almacenamiento de carbono, destinada a capturar el carbono generado por los hidrocarburos, transportarlo por ceodosductos y almacenarlos en yacimientos agotados de petróleo. Esta tecnología todavía no está desarrollada del todo, pero cuando esté, los hidrocarburos el petróleo serán mucho menos contaminantes.

Ya que convivirán por décadas, hay que jugar al petróleo limpio. En lugar de jugar a desaparecerlo… limpiarlo. Es más realista.

Por último, darle prioridad a la llamada economía circular, que busca minimizar los desechos de los diversos procesos. No hay que olvidar la frase del gran Luis Zambrano, el genio que sin estudios que dotó de electricidad a Bailadores antes de que esta llegara a Mérida: los desechos de los procesos son producto de la ignorancia.

Es la hora de la sobrevivencia planetaria. La contaminación, la pobreza y las bombas atómicas deben ser superadas. En esta era de tanta tecnología que avanza vertiginosamente por los ascensores, no podemos seguir con las mismas pasiones y miopía que los cavernícolas, que jadeantes se arrastran por las escaleras.

El problema climático es tan sistémico y riesgoso para la civilización, que tal vez para descubrir el verdadero dilema, tendríamos que recordar a Hamlet, con una calavera en sus manos: ser o no ser.

* Editado por los Papeles del CREM. Responsable de la edición: Raúl Ochoa Cuenca.

«Las opiniones aquí publicadas son responsabilidad absoluta de su autor».

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