Productividad: mejor calidad de vida

   El economista Enrique Cabeza explora en el concepto de productividad el logro de una mejor calidad de vida. No escapa en su análisis de las condiciones para la creatividad y contrasta al Estado controlador y planificado, con un ambiente de libertad y creatividad que induce y alienta los grandes avances de la humanidad.

por Econ. Enrique Cabeza

El ser humano innovador y creador requiere que su entorno directo o indirecto le brinde los elementos necesarios para hacer volar la creatividad y romper paradigmas que se materializan en cambios tecnológicos, sociales o económicos. El Estado controlador y planificado, como el comunista, coarta el desarrollo del emprendedor lo destruye y lo absorbe, a tal punto que la persona se convierte en un peón del tablero de ajedrez y en el cual los que mueven las piezas y ostentan en el poder, creen tener la capacidad para definir el mejor movimiento.

La historia ha sido testigo de que esa libertad de pensamiento y creatividad ha generado grandes avances para la humanidad. Si analizamos  estos últimos años, los avances a nivel tecnológico se mueven a una velocidad incontrolable. Hoy cuando estamos entendiendo todas la ventajas que tiene el internet tenemos el nuevo reto de entender la complejidad de las redes sociales.

Toda esta evolución constante de productos y servicios resultan en mejoras de la calidad de vida de las personas, permitiendo un mayor tiempo de ocio para actividades enriquecedoras del espíritu como deportes, familiares y contemplativas. A la vez se convierte en un elemento retador para las personas que quieren hacer de su vida algo trascendente, el internalizar todo ese constante movimiento nos hace pensar que lo único constante es el cambio.

Ese cambio continuo, la promoción de la creatividad y la innovación es lo que hace posible que un país sea más productivo que otro y posea los elementos para satisfacer las necesidades de su población.  Al hablar de productividad me refiero a ese sistema productivo que es capaz de aprovechar eficientemente una dotación de recursos para producir un bien o servicio.  Algunos enemigos del progreso podrían decir que incrementar la productividad de una industria podría resultar en la disminución de puestos de trabajo y por tanto una sustitución del hombre por la maquina. Todo lo contrario, el hombre como individuo y la humanidad en general han sido los más beneficiados  debido a que estos cambios tecnológicos han derivado en una mayor especialización del trabajo, reducción de riesgos laborales, valoración de la capacidad y voluntad del hombre, y por otro lado ha permitido la liberación de recurso humano para emprender nuevas actividades productivas y transformadoras de recursos.

Las grandes economías del mundo entendieron que tenían que transformar materias primas en productos con valor agregado porque ese continuo ejercicio creador promueve la creación de nuevas empresas y productos, que por sí solas crean nuevas oportunidades de empleo. A diferencia de países que basan su economía en la comercialización de commodities, productos que no tienen ningún valor agregado y son totalmente homogéneos, su precio solo depende de la oferta y la demanda y terminan siendo víctimas de la volatilidad de los precios. Las economías que caen en la trampa de la comercialización de commodities siempre enfrentan una peor distribución de riqueza, cuando los precios son altos toda la población busca beneficiarse del boom. Pero cuando caen, el Estado tiene que mantener el gasto para evitar un estallido social, y si no sembró la semilla de la innovación y la creatividad en su población solo podrá cosechar más y más pobreza.

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