La crisis económica que está viviendo el país dejó de ser un problema sólo del Gobierno para pasar a ser el de todos los venezolanos no solo porque la estamos sufriendo y la vamos a sufrir peor a partir de ahora, sino porque su superación va a requerir la ayuda de cada uno.
Estamos ante un país que tiene unos desequilibrios macroeconómicos inmanejables y un aparato productivo destruido.
¿Qué cosas hay que hacer?
Lo primero es corregir los desequilibrios macroeconómicos. Los pronósticos más optimistas dicen que este año vamos a tener una inflación por encima de 70% y en alimentos estará alrededor de 100. Eso significa un empobrecimiento dramático de las familias venezolanas. La inflación se derrota disciplinando el gasto público. Eso quiere decir apagando la maquinita que tiene el Gobierno que imprime billetes que no están respaldados por lo que producimos. Con esa maquinita el Gobierno hace unos billetes con los cuales paga las misiones, construye casas, subsidia los servicios públicos, hace obras, y paga a empleados públicos. Reducir el gasto público significa dejar de pagar todas esas cosas, incluido los aumentos que obligatoriamente tiene que dar a los empleados para compensar la subida de los precios. Todo esto tiene consecuencias directas e indirectas. Por ejemplo: dejar de construir viviendas es dejar en la calle a miles de venezolanos que trabajan en la construcción.
En segundo lugar tiene que desarrollar políticas que ayuden a reactivar el aparato productivo. Somos una economía que solo exporta petróleo, nos pagan en dólares y con estos importamos todo lo demás. El sector privado necesita importar materia prima, insumos y maquinaria para poder producir y no hay suficiente. La solución sería utilizar las reservas internacionales si las hubiera, pero estas han caído dramáticamente en los últimos años. La otra alternativa sería pedir prestado para invertir en un plan de reactivación del aparato productivo. ¿Quién le presta a alguien que no tiene cómo pagar? En el año 2005 las reservas internacionales (los ahorros que tiene el país) representaban 66% de la deuda y hoy representan 19%.
La comida y la gasolina en Venezuela son más baratas que en el resto del mundo gracias a que el Gobierno la subsidia. Eso le cuesta plata al Gobierno y mucha y se ha convertido en una hemorragia porque buena parte termina yéndose al extranjero en lo que se llama contrabando de extracción. Mientras sea tan rentable comprar comida y gasolina en Venezuela y venderla en el exterior esta hemorragia de dinero seguirá y la única forma de pararla es equiparando los precios a los precios internacionales. ¿Quién es el valiente que va a hacer eso?
Querámoslo a no, Venezuela está en las puertas de un ajuste económico. El que este en el Gobierno va a pagar un costo político elevadísimo, llámese Maduro, María Corina Machado, Henrique Capriles o Leopoldo López. Ninguno va a ser capaz de llevarlo adelante sin un amplísimo acuerdo nacional.
El país vivió uno traumático en 1989 impuesto por el FMI, con CAP recién elegido presidente, que trajo como consecuencia el Caracazo al día siguiente de su implementación. Yo he sido un crítico acérrimo del FMI porque en sus políticas de “shock” se olvida de los seres humanos que sufren las consecuencias. El ajuste tendrá que ser gradual y necesitara de unas políticas compensatorias muy bien planificadas para mitigar los efectos que tendrán especialmente sobre los pobres y la clase media. En un ambiente de confrontación será imposible.
@pedropabloFR