Orlando Ochoa: El efecto voracidad en Venezuela

Por Orlando Ochoa

EN LOS ESTUDIOS económicos de la última década se ha tratado de explicar por qué muchos países que disfrutan un alza de precios no previsto en recursos naturales valiosos (petróleo y otros), su desempeño económico empeora, produciéndose una paradoja, que ha sido llamada la «maldición de los recursos naturales». Mientras países como Noruega lograron transformar el descubrimiento de yacimientos petroleros en el Mar del Norte en fuente de riqueza y progreso sostenido, otros países como Nigeria y Venezuela, se han estancado o retrocedido en términos socioeconómicos.

Una de las explicaciones más influyentes es la elaborada por A. Tornell y P. Lane (1998), en su artículo «Voracidad y crecimiento»; en sociedades donde no existe un marco legal-político fuerte, múltiples grupos de poder se disputan vía el proceso presupuestario, la distribución y beneficios de la bonanza (petrolera). La expresión de esta conducta voraz corrupción y abuso de poder es la masiva inversión en proyectos ineficientes y transferencias a distintos sectores clientelares; luego aparecen las consecuencias: bajo crecimiento económico, deuda, inflación, devaluación, caída de la producción y el ingreso personal.

En Venezuela, esta trágica historia ocurrió a partir de 1974, cuando los precios del petróleo se cuadruplicaron. En 2004, con la nueva alza del precio del petróleo, ha recomenzado una rápida y desorganizada expansión del gasto público, la cual ahora es guiada por elementos ideológicos, geopolíticos y personalistas más radicales. Los proyectos de inversión como, el central azucarero de Barinas, el proyecto de una nueva refinería petrolera también en ese estado, el Gasoducto Suramericano sin suficiente gas ni viabilidad económica, la venta gubernamental de bonos argentinos a bancos venezolanos con grandes ganancias cambiarias, son sólo algunos ejemplos del «efecto voracidad», reeditado, sin aprender de la historia local ni de la experiencia internacional. En 2006 la economía venezolana impulsada por excesos fiscales y monetarios crecerá alrededor de 6%. Con este crecimiento compensará cerca de 2% de variación poblacional y el 4% de ingreso por habitante perdido en 1998-2005. Es decir, a finales del 2006 tendremos el mismo ingreso por habitante de 1998 ocho años antes pero estaremos por ver el impacto negativo posterior de la voracidad y falta de sensatez.
orlandoochoa@hotmail.com

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