Por Eduardo Martínez
Tener esperanzas es un alivio, por cuanto las personas atisban una luz al final del túnel. Como dice María Corina Mahado, esta lucha electoral es hasta el final. Y al final, hay una luz que anima a los venezolanos de todas las regiones de la geografía nacional.
Las esperanzas que nos viene mostrando María Corina y Edmundo González son reales, altamente posibles. No son otra cosa que la de una Venezuela que tuvimos y conocimos. Donde el desarrollo material, lo social, lo humano y personal, la educación, las oportunidades, el bienestar, la salud y el respeto eran y fueron una realidad.
Por supuesto, que teníamos problemas y crisis. Todos los países, por más exitosos que sean, tienen problemas. El secreto está en perfeccionar lo que se tiene. No conformarse con lo que se logró. Es una lucha permanente bajo el principio de la “perfectibilidad”. Eso será algo que deberemos trabajar, en la medida que logremos reconquistar el camino del progreso, del respecto a las leyes, la equidad y el pleno ejercicio democrático.
Frente a esta meta cercana, tenemos ante nosotros la mejor demostración de lo que no se debe hacer. El país está destruido, maquillado por una manera de hacer las cosas con resultados negativos. Por ello se han marchado del país casi 10 millones de venezolanos. Cada día cruzan las fronteras miles de venezolanos.
Debemos trabajar para que existan las condiciones de retorno para esos venezolanos. Nadie escapa en Venezuela de tener un familiar cercano que se fue, de amigos que ya no están. Lo grave es que se han ido generaciones completas. Abuelos que no pueden dar cariño a sus nietos, a su hijos. En fin, es una tragedia nacional.
Quedan pocos días para alcanzar plenamente la luz de la esperanzas. Para dar inicio a la reconstrucción material y espiritual de los venezolanos.
Para ello hay que votar el 28 de Julio y, por sobre todas las cosas, defender el voto.
Editor, www.eastwebside.com
@ermartinezd