Infinito, presenta en el mes de junio nuevos capítulos de la segunda temporada de “26 PERSONAS PARA SALVAR AL MUNDO”, la producción original que muestra a Jorge Lanata en su búsqueda de los salvadores de la humanidad, y que se emite todos los domingos del mes a las 10:30 PM.
26 PERSONAS PARA SALVAR AL MUNDO
En el primer capítulo del mes, titulado “EL HAMBRE”, que se emitirá el domingo 3 de junio, Lanata se dirige a la provincia de Mendoza, en la Argentina, con una cifra que da vueltas en su cabeza: hay en el país 260.000 chicos menores de cinco años con algún grado de desnutrición. Va en busca del hombre que decidió darle pelea a ese flagelo: el pediatra Abel Albino, creador de CONIN, una franquicia solidaria que también está presente en Paraguay, Perú y Gambia (África). La institución madre se encuentra en Mendoza, donde fueron recuperados 900 desnutridos severos y la tasa de mortalidad es cero. “La única debilidad mental que se puede prevenir, la única que es creada por el hombre, es la del desnutrido”, le dice Albino a Lanata.
Entonces, Lanata va al encuentro de Fernando Mönckeberg, chileno, profesor en Harvard, candidato al Premio Nobel y maestro de Abel Albino, a quien le pide explicaciones científicas: “Cuando el ser humano nace, nace con el total de las neuronas, cien mil millones, que tienen que conectarse entre sí, cada neurona tiene que tener aproximadamente 5000 conexiones. Ese proceso de cableado cerebral es algo que lo proporciona el medioambiente de dos formas: con los alimentos, pero también con estímulos cognitivos y emocionales. No es la pobreza la que me va a dañar mi cerebro, sino que son los factores que la acompañan”, le explica Mönckeberg.
“No solamente de pan vive el hombre. Necesita el estímulo, el abrazo, el cobijo. El amor es la bomba atómica que hace posible que se desarrolle esa criatura”,agrega Albino.
En su búsqueda, Lanata encuentra también historias que dan aliento. Como la de Gonzalo Forgiarini, quien cuando tenía un año fue internado con un cuadro grave de desnutrición -le entraban los pañales de un recién nacido-, pero ahora está en quinto grado y consigue buenas calificaciones.
“¿Se puede terminar con la desnutrición?”, le pregunta Lanata a Albino. “Debería ser política de Estado. Es posible hacer grandes cosas si uno tiene la cabeza y el corazón borrachos de ideales”, es la respuesta.
El domingo 10 de junio será el turno del episodio “EL GUERREO”, en el que Jorge Lanata va al encuentro de una historia en la que los protagonistas fueron niños de la guerra, niños soldados, en Londres, Inglaterra: “La guerra pasa como la lluvia. Pero la tormenta nunca se va del todo. La muerte nunca es gratis”, dice Lanata. Emannuel Jal fue cooptado y entrenado por el Ejército de Liberación Popular de Sudán cuando tenía ocho años. Para entonces, su aldea había sido arrasada y su familia, asesinada. Recién pudo escapar del infiero a los doce.
Ahora ensaya en un estudio de grabación de Londres, adonde llegó como refugiado. Se ha convertido en un cantante famoso. Dicen que es el nuevo Bob Marley. Tiene una fundación, GUA, que rescata a niños de la guerra.
Como George Lony, que cuenta su historia en el campo de refugiados Kakuma, de Kenia: a George, los árabes lo obligaron a matar y a torturar: “La muerte se vuelve algo simple, como cuando hablas todos los días ves muerte, te acostumbras”, dice George. A los 15 años lo rescató un avión de la Cruz Roja.
En Kakuma, Lanata reconstruye también la historia de Daniel, que al ser cooptado por la guerrilla de Sudán era tan pequeño que no tenía fuerza para sostener un arma. Daniel escapó. Caminó y caminó hasta que fue vencido por el hambre. Despertó en un campo donde las Naciones Unidas distribuían comida. En Kakuma, se reencontró con su hermano Ditdok. “Si pierdes tu infancia quizás te conviertas en un adulto pero nunca podrás recuperarla”, le dice Daniel a Lanata.
Para estos jóvenes que pasaron por la pesadilla de la guerra, hubo una tabla de salvación: la educación. Y todos coinciden en algo: es posible salvar al mundo.
Lanata concluye: “Tienen un tajo en el alma que nunca podrán cerrar del todo. Aunque es curioso porque la muerte, al final, no mató nada en ellos”.
¿Inteligencia y talento hacen falta para salvar al mundo? “Si la inteligencia es la posibilidad de resolver problemas complejos, el talento es el don de crear nuevos problemas. Ambos, talento e inteligencia, necesitan de la pasión para funcionar”, dice Lanata. En el capítulo “LUZ Y SOMBRA” que se emitirá el domingo 17 de junio, Howard Gardner, autor de la teoría de inteligencias múltiples, profesor de Harvard y ganador del premio Príncipe de Asturias 2011, le dice a Lanata en Boston, Estados Unidos: “Yo sostengo la teoría de que las personas tienen ocho o más tipos de inteligencia”.
En Buenos Aires, Argentina, Lanata entrevista a Gustavo Santaolalla, un músico que no sabe leer ni escribir música; simplemente la siente. “El talento es un don –le dice Santaolalla-. Las limitaciones a veces son muy buenas, te dan ventaja”.
En su oficina de la Universidad de Nueva York, Lanata encuentra con Rodolfo Llinás, uno de los neurocientíficos más reconocidos del mundo, varias veces postulado al premio Nobel. Llinás busca las partes del cerebro donde residen el amor, el odio y la envidia. Persigue el sitio donde nace la conciencia. “La inteligencia es la habilidad de predecir. Saber qué es lo que sucederá”, le dice a Lanata. Por otro lado, en Londres, Inglaterra, Lanata se cruza con Joan Freeman, psicóloga, la mayor especialista en chicos superdotados de Inglaterra. “La inteligencia es la manera en la que llevas la vida. Cómo lidias con ella y las decisiones que tomas”, le dice Freeman.
Y en París, Francia, entrevista a Alexis Lemaire, el hombre-computadora: de niño, era un pésimo alumno de matemáticas; en 2007 obtuvo el récord mundial de cálculo mental: calculó en 72,4 segundos la raíz treceava de un número aleatorio de doscientas cifras. “Todos los tipos de inteligencia pueden ser utilizados en forma benigna o en forma maligna”, dice Horward Gardner.
“La idea de cambiar al mundo, ¿es una idea inteligente?”, se pregunta Lanata. “Yo diría que sí. La persona más importante de los últimos mil años fue Gandhi: comprendió que la gente no se iba a entender mutuamente, pero que debían poder estar en desacuerdo de forma que no destruyeran la posibilidad de un futuro trabajo cooperativo”, responde Gardner.
“Los ojos, los oídos y los sentimientos importan, pero es la habilidad de sentir, lo que rige en última instancia. Ser apasionado es una de las cosas más importantes en la vida. Cuando alguien muere, no se recuerda si era bueno o malo, sino si era o no apasionado. Eso es lo extraordinario”, dice Llinás.
Concluye Lanata: “La inteligencia deslumbra y el talento conmueve. Son, como decía Truman Capote, un don y también un látigo”.
Fuente: DLB Group