Por Eduardo Martínez
Cuando se analiza a los hombres públicos no es difícil cruzar la raya que separa el análisis de los juicios sumarios. Lo que sucede cuando no se tiene conocimiento de los orígenes, vida y trayectoria del personaje en cuestión.
Y cuando eso ocurre, lo que se dice no pasan de ser acusaciones temerarias y malinterpretaciones que dejan en la boca el sabor de mezquindades, lo superfluo y generalmente, sospechas de mala Fe.
Pero vamos a decir, para conservar nuestra buena Fe, que casi todo es producto del desconocimiento.
Los orígenes de un Papa
Cuando Jorge Bergoglio es elegido Papa, con el nombre de Francisco, en Latinoamérica -especialmente en Venezuela- se le vio como el primer Papa Latinoamericano, el primer Papa argentino, y el primer Papa de la Compañía de Jesús. Lo que lo convirtió en una especie de trino-misterio. Pero no por lo que la gente veía o creía ver en él.
Resulta que los tres orígenes del Bergoglio, parcialmente genéticos, son complicados: “Piemontés” (región de Italia), “jesuita” de formación y, como si fuera poco, “argentino” de nacimiento. Una especie de “Tres en Uno”, como el conocido potecito de aceite.
Esa combinación nunca se había dado en un Papa en dos mil años. Y su origen jesuita – a la que los críticos acuñan su manera de ser- es la de más nueva data, y tiene menos de 500 años de historia (485 para ser exactos).
Su origen argentino, lo acompañó toda su vida. Y sabemos cómo es el temperamento argentino, con el tango, la carnita en parrilla, el mate, el futbol, y la manera enrevesada de desenvolverse.
En cuanto a su origen Piemontés, le viene de sus padres. Una región de Italia gobernada largamente por los Savoia, y que lograría la reunificación de todas las regiones y su conversión en el Reino de Italia.
Los piemonteses se caracterizan por ser excelentes negociadores, de fuerte carácter, poco hablar y concretar lo que se proponen.
Pero aparte de esas actitudes que los distinguen, en las otras regiones italianas tiene un dicho para graficarlos:
“piemontés piemontés, falso y cortes”.
Este dicho proviene de la actitud de los piemonteses, que muestran cortesía con sus interlocutores. Lo hacen con buenas maneras y atención. Suelen tener una buena sonrisa al oír. Pero que cuando termina el intercambio de palabras, y su interlocutor cree que lo convenció, hará lo que siempre pensó hacer.
Cuando Jorge Bergoglio llega al papado, encierra en sí esa mezcla de orígenes en su ADN. Ni más ni menos. Todo a la vez.
¿Cuándo influyó un origen más que los otros dos? Eso va siempre a causar una discusión. No es fácil. Aunque se puede adelantar que se complementaban.
Un Papa con opiniones propias
A los papas no podemos verlos como figuras espectrales, más espirituales que hombres de “carne y hueso”. Esa visión no es correcta.
En este aspecto, S.S. Francisco demostró ser humano. En sus 12 años como Papa afloró sin ambigüedades que tenía todas las características propias que tienen los humanos. Eso si, con gran humildad y sin que el poder que tuvo sobre 1.400 millones de católicos en el Mundo, lo sacara de la humildad, aunque fuera el Papa.
Siempre tuvo opiniones, sobre el acontecer político y social. Nunca se eximió de dejar saber lo que, como cualquier otro humano, pensaba. Algo que le atrajo críticas.
Siempre nos preguntamos, cómo 1.400 millones de católicos pueden tener opiniones, y el Papa ¿se las tiene que reservar? Eso quedará para discusiones futuras. El tiempo de Dios siempre es perfecto.
* Reflexiones de un católico en duelo por el fallecimiento del Papa.