Tal vez quienes integran el régimen de Nicolás Maduro, y probablemente hasta él mismo, no se hayan dado cuenta que Venezuela está «íngrima y sola» en medio de todo este enredo que se vive dentro, alrededor y fuera del país.
Se puede decir, sin llegar a pisar el terreno de los errores, que la oposición es la única compañía que le queda al gobierno, aunque sea para pelearse. Una realidad que está a la vista, y que por estar tan cerca, les cuesta comprenderla.
El ejemplo más palpable es el diferendo con Guyana que devino en conflicto, de la noche a la mañana, por la inacción del propio régimen.
El régimen pareciera no percatarse que esos “altos panas”, como en alguna ocasión los calificara Hugo Chávez -el padre de la criatura- se han venido alejando de la posición venezolana frente a Guyana en los últimos meses.
Sin entrar en las razones que han tenido para ese alejamiento, la verdad es que Venezuela se ha ido quedando sola. Aunque políticamente para salvar las experiencias, esos gobiernos que le deben al régimen “el oro y el moro”, sigan dando apoyo político verbal a Maduro y su gobierno. ¿Apoyo para que Venezuela recupere el Esequibo? No nos engañemos.
A pesar de que en las filas de la oposición están los expertos diplomáticos en el tema del Esequibo, el régimen sigue sin convocarlos. Lo cual es una locura, por calificarlo de alguna elegante manera.
Pero la oposición también debe verse en el espejo de la soledad de Venezuela, manejada por Nicolás Maduro. No hay garantías de que un cambio de gobierno en Venezuela, produzca en el futuro mayor acompañamiento en los temas críticos.
Ojalá fuera así, aunque mientras tanto debemos ir tomando previsiones y estar listos para actuar en consecuencia.
Eduardo Martínez, Editor
@ermartinezd