Por Eduardo Martínez
A un mes de la realización de la Primaria el país sigue su camino hacia lo desconocido. Los venezolanos no tenemos idea de hacia dónde vamos.
La esperanza es que todo mejore. Lo que no pasa de ser la expectativa de un pueblo que viene de crisis en crisis, y donde la ilusión es una especie de reflector que alumbra lo inmediato.
Aunque sufrimos las consecuencias de una crisis provocada por las políticas del gobierno, no tenemos una clara dimensión de los problemas.
No se han aplicado soluciones. Solo se han puesto ajustes en marcha. Algunos de estos ajustes, como una corrección. Aunque pareciera ser que muchos de esos ajustes han llegado por la inercia de la misma crisis.
Con una población reducida en una cuarta parte (25%) por la emigración, el país ha necesitado una cuarta parte menos de productos alimenticios y servicios. Lo que ya parece insuficiente, porque por cuanto el déficit acumulado para el momento en que se inició la diáspora, ya abría huecos en los cinturones de los venezolanos.
En paralelo, el ingreso petrolero -que ya empezaba a ser prácticamente “el único” ingreso del Estado- mermaba por efecto de la falta de mantenimiento e inversión de la infraestructura petrolera.
No fue de gratis, ni debido a las sanciones internacionales que vendrían posteriormente, que las colas de vehículos rodeaban las estaciones de expendio de gasolina. Las refinerías no tenían posibilidad de satisfacer el mercado de combustibles.
El país de los carros se paralizaba, cuando la economía ya estaba dando signos de parálisis. Sin producción y sin inversión, disminuía la calidad de vida de los venezolanos. Lo que habíamos vivido hasta el momento, no lo volveríamos a vivir.
Así hemos transitado toda la etapa del Maduro presidente (desde 2013). Un gobierno que siguió el esquema de gastar, produciendo cada vez menos, que no alentó ni alienta la inversión nacional o extranjera.
Las consecuencias son visibles: no se generan puesto de trabajos, los jóvenes no tienen oportunidades de desarrollo profesional, los padres ya no se recuerdan cuando fue la última vez que pudieron llegar a finales de mes.
Eso fue el sexto “motor” invisible, de los 5 motores proclamados por el régimen, que motorizó la diáspora de los venezolanos.
Para este momento, casi 8 millones de venezolanos han emigrado. Y los más grave, siguen emigrando.
Según estadísticas del gobierno panameño y de algunas ONGs, entre 2000 y 2.500 venezolanos llegan diariamente a las puertas del Darien. La entrada irregular a Panamá.
La ilusión
Con distintos grados de confianza, los venezolanos esperan que con las elecciones se produzcan cambios significativos en las políticas públicas, que logren como consecuencia una mejora en la calidad de vida de los venezolanos.
En este previo electoral -las elecciones presidenciales debieran de ser el próximo año- los que gobiernan, que aspiran por cualquier vía a mantenerse en el poder, se imaginan que es una lucha para acabar con ellos y su mal llamado Socialismo del Siglo XXI.
Sin embargo, no quieren darse cuenta y por eso porfían, que en realidad es una lucha por cambiar las políticas públicas que ellos mismos han impulsado y ejecutado.
En este punto de la crisis, la esperanza de los venezolanos es vivir bien y mejor. No es irse del país, como ya 8 millones de venezolanos lo han hecho.
La propuesta opositora
Es en este contexto de una Venezuela en crisis y un gobierno exhausto carente de propuestas, que la realización de un evento de Primaria para seleccionar el candidato opositor debiera servir de impulse a un cambio profundo de las cosas.
Si bien la oportunidad es única, no se trata solo de provocar un cambio de gobierno por la vía electoral. Lo más importante son las “propuestas”. Eso es lo que más vale en este momento.
Sin embargo, en ese colectivo de pre candidatos presidenciales, no pareciera que la oposición tenga conciencia del momento y la situación.
Hemos oído con preocupación que varios de los pre candidatos – militantes de importantes partidos – tratan de captar los votos ofreciendo bonos, subsidios y dádivas, como a las que nos ha acostumbrado el régimen actual.
Si bien, en algún momento será necesario contribuir por razones humanitarias al alimento de los más afectados, el énfasis debe estar en políticas que no saquen de este ciclo cerrado de pobreza y miseria.
Lamentablemente, hasta el momento, pareciera que la crisis va a ser eterna. El gobierno se centra en mantenerse en el poder, y la oposición en estar lejos de ese poder.
La pregunta no es dónde estamos parados, como punto del lugar al cual nos ha traído la crisis. La pregunta es dónde estamos parados de cara al futuro. Pero un futuro de un mejor vivir. Que es lo que quieren los venezolanos.
¿Por qué no lo ven?
@ermartinezd
Fotografía: Cortesía de Leandro Hernández, Flickr