Por Eduardo Martínez
Ni son ganchos de ropa, ni son esas chicas preciosas que las llaman “muñecas”. Son las muñecas donde le ponen las esposas a los detenidos para que no escapen.
Algo que en Venezuela está muy movido desde poco más de una semana. Lo que empezó con el detenido numero 1: el superintendente de CriptoActivos. Personaje a quien acusaron de haber presuntamente distraído unos 3.000 millones de dólares de las ventas de petróleo.
Según el fiscal general Tarek William Saab, en su rueda de prensa del fin de semana, van dos decenas de detenidos, y otros tantos solicitados. Ciudadanos presuntamente incursos en algunos delitos contra la cosa pública, y a quienes preventivamente le pusieron los ganchos.
Es de imaginar que, a sus ex compañeros de trabajo, les debe estar recorriendo gruesas gotas de frío sudor, por cuanto es difícil trabajar con unos ganchos pendiendo sobre sus muñecas. Es mucha la lana movilizada, para unas pocas decenas de funcionarios y sus empresarios en la contra parte. Seguramente el fiscal lo sabe, y los que faltan, el fiscal los está buscando.
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