El racionamiento eléctrico, con sus cortes inesperados aplicados a buena parte de la geografía nacional, apareció de nuevo en Venezuela.
En el caso del área metropolitana de Caracas, donde el servicio eléctrico estuvo operado por más de 100 años por una empresa privada, los habitantes estábamos acostumbrados a gozar de un buen servicio. Sólo en casos muy puntuales, y de verdadera emergencia, se sufrieron cortes abruptos y, que se recuerde, un solo caso de racionamiento, cuando se incendió la Planta de Tacoa en diciembre de 1982. Los usuarios entendimos y colaboramos en esa oportunidad.
En el 2010, el gobierno ya en posesión de todas las empresas generadoras y operadoras de electricidad, tuvo que establecer un férreo racionamiento eléctrico. Se programaron y ejecutaron frecuentes cortes diarios. Se impusieron políticas para la disminución del consumo. Se cambiaron bombillos incandescentes por dispositivos “ahorradores”. Se impuso un esquema de multas, en la forma de sobre tarifas, para consumidores que excedían determinados niveles de consumo. Se redujo el horario de los centros comerciales. Se ordenó apagar la iluminación de los avisos y vallas publicitarias.
A parte de esta camisa de fuerza impuesta a los consumidores, el gobierno desplegó un plan de compras e inversiones para atacar el problema de la generación eléctrica, la más importante y verdadera causa de la crisis eléctrica.
El gobierno recurrió a la muletilla de las compras de emergencia, sin licitación ni fiscalización, a Cuba y China. Comprándose plantas de generación de 50 MW, activadas con combustible diesel, que fueron diseminadas por todo el país. Además, se anunciaron grandes inversiones para construir o ampliar plantas termoeléctricas, es decir, aquellas que funcionan con combustibles diesel o gas.
En algún momento de esta historia, en el mismo 2010, el gobierno con gran ruido publicitario, anunció el fin de la crisis eléctrica. Se había ganado una nueva “batalla”. Sólo el socialismo pudiera haber actuado con tanta velocidad, eficiencia y efectividad, para solucionar un problema de tan grandes proporciones. Se levantaron los cortes, no totalmente, pero se volvió al falso de que la crisis había superada.
Hace dos semanas, las Farc volaron el gasducto que trae gas desde Colombia. Gas con el cual se alimenta la generación eléctrica del Zulia y se suple las principales plantas de refinación petrolera del occidente venezolano.
El sistema eléctrico venezolano no pudo soportar la ausencia del gas colombiano. El sistema interconectado colapsó, y se tuvo que regresar a un drástico racionamiento.
El gas colombiano puso en evidencia que las principales centrales hidroléctricas están produciendo muy por debajo de su capacidad debido a la paralización de la mayor parte de sus turbinas. En el Guri, Tacoa y Planta Centro, se estaría operando no más allá del 30% de la capacidad instalada. Lo que hace muy vulnerable al sistema eléctrico venezolano. Cualquier rata que se coma un cable, cualquier rayo que caiga en un tendido, o cualquier pequeña perturbación o variación en la red, producto de un desbalance de cargas o de generación, produce un gran apagón en amplias zonas del país. Y eso es lo que está sucediendo.
Esta situación, que estamos viviendo en estos momentos, obliga a plantear varias preguntas: ¿Qué pasó con los cientos de plantas a diesel que se compraron vía Cuba? ¿Qué pasa con el mantenimiento de las centrales hidroeléctricas? ¿Porqué no operan todas las turbinas? ¿Qué se hizo en todo un año que ahora estamos peor? ¿Le van a echar la culpa otra vez a los consumidores? ¿Se recurrirá al cliché de la figura del “derroche” para encontrar un culpable? ¿Habrá nacido la rata culpable del próximo gran apagón?
Sin tener la osadía de contestar estas y otras preguntas, nos permitimos relatar lo contado por un viejo ingeniero, de gran experiencia, hace exactamente un año.
Según los expertos, el problema de la crisis tiene su primer culpable en el área de la generación eléctrica. No solamente no se aumentó esa capacidad en los últimos 10 años. Sino, que a pesar que el consumo no aumentó como se proyectaba a finales de los años 90 (por la reducción de la planta industrial venezolana), la generación en las plantas generadores existentes empezó a decaer al ir entrando en inoperatividad las turbinas.
Señalan también los expertos, que con el escaso mantenimiento de otras áreas del sistema, como la distribución, transformación y transporte del fluido a través de los tendidos de líneas de transmisión, en voltajes altos, medios y bajos, los ingenieros no pueden asegurar que de producir las plantas a plena capacidad, esa energía eléctrica pueda llegar totalmente a los consumidores.
En algunos casos, el tendido de alta tensión colapsaría, en otros casos no habría capacidad de transformación y en muchísimos casos fallaría la distribución a nivel de los consumidores. Todo esto por falta del mantenimiento rutinario y frecuente del sistema, lo que en opinión de los ingenieros, se ha descuidado en la última década.
Lo que si es cierto, es que luego de un año estamos peor que antes. Por que ahora estamos seguros que, con estos criterios de la gerencia que maneja las empresas de electricidad, no se soluciona la crisis eléctrica.