Víctor Maldonado:¿Eso está listo?

Por: Víctor Maldonado C.

Eran las seis de la tarde. El emperador pidió la hora y ordenó a uno de sus edecanes que escribiera a Paris el siguiente texto: “A las seis rompimos las fuerzas de Wellington y ganamos la batalla… No. Dígales que ganamos la guerra”. A esa hora ambos adversarios coincidían en la crítica situación que favorecía a los franceses y colocaba a los ingleses en una situación que parecía irreversiblemente comprometida. A las 8:00 p.m. todo se había perdido. Pero lo habían perdido los franceses. A esa hora todo el imperio forjado por Napoleón sucumbía definitivamente, esta vez, para siempre. No habría regreso. No volverían a ocurrir los cien días.

Dispongo de una de las frases que Antonio Cova no duda en catalogar como una de las frases malditas de nuestro gentilicio. “Eso está listo” es una respuesta común cuando a alguien se le inquiere sobre el avance de un trabajo o sobre los resultados de una responsabilidad encomendada. Pero todo el mundo sabe, o debería saber, que detrás de esas tres palabras se esconden más de una excusa y una manera muy vernácula de salirle al paso a una pregunta incómoda. “Eso está listo” es casi siempre lo contrario. Cuando se invoca, lo que realmente quiere decir es que “la vaina está más cruda que nunca” y que llegado el momento habrá que montarse el operativo de siempre para sacar las castañas del fuego y hacer caóticamente lo que no se quiso hacer con orden y concierto.

Algunas batallas, decía Napoleón, las he perdido a las 6 y las he ganado a las 8. Pero en Waterloo fue lo contrario, porque lo que fue una presunción de triunfo no era otra cosa que un buen momento que no se supo aprovechar, que se malinterpretó, o que simplemente carecía de respaldo en la realidad. Lo cierto es que así como nadie se muere en la víspera, lo mismo podríamos decir de las victorias. Nadie las gana antes del plazo, antes que concluya el tiempo previsto, antes de que el adversario se rinda definitivamente. Ninguna batalla se gana en el plano de las predicciones. Se ganan el día y la hora en que se hace el inventario final de los resultados.

Y los resultados dependen de por lo menos tres aspectos que son cruciales: De la capacidad que se tenga para ganar. De la creencia en que esa capacidad pueda conducir al triunfo. Y de que esas fuerzas se organicen de tal manera que conduzcan efectivamente a los resultados que se desean. Por lo tanto, el creer que se puede ganar es solo parte de los requisitos. El creer que el adversario puede ser derrotable es una condición. Pero ninguna de ellas es suficiente. Incluso pueden ser contraintuitivas, porque  algunos pueden creer que su concurso es innecesario a los efectos del resultado final. Y por lo tanto, tiene sentido dejar que otros sean los esforzados y uno sea el que disfrute el certamen desde una tribuna privilegiada. Napoleón sabía de esos riesgos. Fue sin duda un estratega militar y político de altos kilates, y sin embargo no pudo con Waterloo.

A cuarenta y tantos días de las elecciones vale la pena ir preguntando si “eso está listo”. Algunos inmediatamente aventuran una respuesta, que no es necesariamente la que uno anda buscando. A mí no me convence “eso está listo” si no lo acompañan con los debidos argumentos. Como Napoleón lo experimentó en carne propia, una cosa es creer y otra que los demás se rindan. Hay de todo, desde los extraños juegos de la rueda de la fortuna,  que a veces nos favorece y otras no tanto, hasta entender que no somos solo nosotros los que nos estamos jugando el pellejo. Wellington también deseaba el triunfo e hizo todo lo posible para cambiar el curso de los acontecimientos. Los demás también juegan, y juegan en contra.  Por eso vale la pena aprovechar los buenos momentos para afianzar las condiciones que tengamos para el éxito. Una de ellas, imprescindible, la organización y la logística del día de las elecciones. ¿Tenemos todos los testigos que necesitamos en todas las mesas de todo el país? ¿Tenemos el operativo de soporte? ¿Tenemos listo y probado el sistema de seguimiento del voto? ¿Están auditados esos procesos? ¿Podemos contar con una organización de funcionarios y observadores que hagan valer la ley electoral y combatan el ventajismo oficial? ¿Está montada la sala de prensa y previstos los boletines oficiales? ¿Tenemos organizada la vocería de ese día? ¿O simplemente tenemos que conformarnos con que “eso está listo”?

e-mail: victormaldonadoc@gmail.com

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