Víctor Maldonado: No Robarás

por: Víctor Maldonado C.

El viernes 23 de febrero de 2007, el presidente se dirigió al país desde el Palacio de Miraflores. Transcurría el Aló Presidente Número 267, y ya se vislumbraba ese afán por trastocar el orden social venezolano. “Mira, hay un artículo de la Constitución que es neoliberal hasta la médula, el artículo de la propiedad privada, ese artículo hay que sacarlo de cuajo de la Constitución; la propiedad privada no es lo que vamos a eliminar, pero no puedo estar por encima del interés general”. Allí no termina la elaboración presidencial. Pero basta el párrafo para demostrar que lo que está ocurriendo en el 2011 forma parte de una trama que tiene como objetivo derogar por la vía de los hechos cumplidos el art. 115 de la CRBV. Ese es el artículo que establece taxativamente el uso, goce, disfrute y disposición de la propiedad. Al gobierno no le gusta que la gente disponga de lo que es suyo. Pretende sustituirlo por el mero uso y consumo del bien, siempre condicionado a la necesidad de saciar la voracidad de un gobierno que no tiene límite alguno en eso de tomar lo que no es suyo. Tal cual es la redacción de la reforma propuesta por el presidente: “la propiedad privada es aquella que pertenece a personas naturales o jurídicas y que se reconoce sobre bienes de uso y consumo, y medios de producción legítimamente adquiridos”. Esa fue la reforma que rechazamos, y que poco a poco el régimen ha ido colando por las fisuras de unos poderes públicos manifiestamente incapaces de defender la Constitución.

Pero no sólo eso. En el Art. 115 también se regulan razones y formas para expropiar. “Sólo por causa de utilidad pública o interés social, mediante sentencia firme y pago oportuno de justa indemnización”. Lo que significa que hay que justificar suficientemente hasta el punto de convencer a un juez de que se  actúa con justicia y apegado a derecho, y que hay que hacerlo porque el daño provocado es menos al bien que se va a producir. No es por cualquier vaina entonces. Y que en compensación se resarcirá al legítimo propietario por el daño que pueda significar el despojo. Pero esas garantías le parecen al presidente demasiado “neoliberales”. Él prefiere poner el énfasis en contribuciones, cargas, restricciones, obligaciones, y la facultad administrativa para ocupar previamente el objeto de expropiación. El mal es banal, que no quepa la menor duda.

De eso se trata todo el proceso. De transformar una garantía y un derecho humano en algo absolutamente relativo e insignificante. La Constitución no es otra cosa que un jarrón chino que ahora se esconde porque es mucho más fácil gobernar con toda la habilitación que, también al margen de la ley y el decoro republicano, le fue concedido al comandante. La declaratoria de interés público y de interés general se fuerza hasta hacerla insubstancial. Ya no privan criterios objetivos sino el manoseo de quien exhibe con obscenidad una mayoría trucada y la disposición de usar la fuerza para convencer al resto de que están equivocados, y que por lo tanto no están entendiendo la lógica del proceso. No importa que la violación termine siendo tan oprobiosa que comience a ser peligrosa incluso para el gobierno. Se convalidan las invasiones, se promueven otras que ven en el precedente una oportunidad para el saqueo, y se juega dentro de la dura lógica de una injusticia expoliatoria en la que no hay posibilidad alguna para la creación de riqueza. Se les quita a unos para darles a otros. Con lo que se está jugando a una “vueltacanela” inútil, porque los que se quedan sin nada, se voltean hacia el gobierno con la mano extendida.

El régimen no dice que somos muchos más que hace doce años. Y que todo ese tiempo hemos estado jugando al disimulo. Somos más pero tratando de caber en un país cuya infraestructura no crece desde los años 80´s del siglo XX. Esa es la esencia del problema, que ni siquiera hay suficiente para intentar esa redistribución forzada que gusta tanto a los comunistas de medio pelo y a los uniformados venezolanos, tan simples ellos a la hora de concebir realidades y soluciones. Mientras tanto, ni una casa más. Pero tampoco industrias, empleos, alimentos, o cualquier otro bien esencial, que escasea porque algo se expropia antes. Esos son los mensajes: que la arbitrariedad llegó para quedarse. Que al gobierno no le preocupa que haya una Constitución, porque él no la cumple. Que no podemos contar con el resto de los poderes públicos, hincados como están ante “el líder del proceso”. Y que como resultado de todo esto habrá más desorden social, más vías de hecho, más desconfianza, desinversión, inseguridad, miedo y angustia. No entiendo cómo algunos pueden decir que a pesar de todo somos muy felices. No hay cómo, porque eso también nos lo están robando.

victormaldonadoc@gmail.com

Twitter: @vjmc

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*