Venezuela no es Magic Kingdom

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Por Eduardo Martínez

No todo lo que reluce es oro y Venezuela no es Magic Kingdom, el reino mágico creado por Walt Disney. La tierra de la fantasía y el “nunca jamás”, donde todo es posible.

Esta semana hemos sido sorprendidos por estadísticas económicas, que no podemos creer. Algo así, como “aunque usted no lo crea”.

El costo de la vida

La inflación, según el BCV y el INE, sigue por octavo mes en un solo dígito. Sin embargo, cada día pagamos más por las cosas, en una proporción superior al índice que estiman aumentaron los bienes para el mes de abril.

Venta de acciones

Para empujar aún más la presunta percepción de recuperación, el presidente Nicolás Maduro anunció este miércoles que a partir del lunes venderán entre el 5 y 20% de las acciones de las empresas del Estado. Ver para creer.

Pero más que ver y creer, hay que esperar bajo cuáles condiciones operarán esas empresas con unos socios minoritarios que no influirán en lo más mínimo en el diario funcionar.

Cuando recordamos, que las socias extranjeras de las filiales operadoras de PDVSA, aún teniendo cerca del 50% de las acciones y teniendo contractualmente la operación, fueron sacadas de un plumazo presidencial -y que todavía están esperando que las compensen- no nos imaginamos que les sucederá a quienes hagan caso del llamado presidencial y lleguen a comprar unos porcentajes tan pequeños de acciones.

La verdad sea dicha, que esa oferta tan “generosa” y “bondadosa”, oculta a plena vista la insaciabilidad fiscal de un régimen que se encontró de repente con la botija vacía.

La jugada seguramente servirá para captar fondos para el gasto burocrático, y cuando las vacas comiencen a engordar de nuevo, volverán a sacar los plumazos de los decretos confiscatorios presidenciales.

Tampoco podemos olvidar, lo que ha sucedido con los socios minoritarios de CANTV y la EDC. Más de uno quedó colgando con las acciones, luego que Chávez les comprara a los accionistas mayoritarios que controlaban ambas empresas.

La industria

Aunque el esfuerzo del régimen es cuantioso, la Encuesta de Coyuntura Industrial de Conindustria es demoledora. A pesar de la manipulación de titulares y textos, que se ha hecho de la nota original del gremio empresarial industrial.

Resulta que se hizo hincapié en que “el 64% de los entrevistados reportaron un aumento en su producción” en el primer trimestre del 2022; que “el 70% dijo que sus ventas crecieron en ese mismo período respecto al trimestre del 2021”, y que “el 56% de los empresarios aseguró que los pedidos de sus clientes fueron mayores”.

A simple vista, son unos números impresionantes, que calzan a la perfección con la idea que trata de imponer el régimen en cuanto a una recuperación.

Lo que reluce no es oro, sería la maña. Por cuanto, en la lectura a fondo de los números, nos encontramos que “el sector industrial opera al 28% de su capacidad instalada”. Menos de tercera parte, producto de la falta de financiamiento y de la “baja demanda”. Es decir, no hay dinero para producir, y a la vez, no hay quien compre.

Y lo que hace más grave la situación de la industria manufacturera nacional: desaparecieron el 70% de las industrias que estaban operando para 1999. Si hubiera demanda y financiamiento, y las industrias que han sobrevivido produjeran a plenitud, no habría con que satisfacer la demanda.

Ayuda internacional

En auxilio de la estrategia comunicacional terció Manuel López Obrador, presidente de México, al asegurar que «ya se había autorizado a una empresa estadounidense para la extracción de 1 millón bpd». Lo que fue desmentido de inmediato por el gobierno de los Estados Unidos.

La guinda de la torta

Para cerrar con una guinda sobre la torta, de la realidad virtual venezolana, nos encontramos esta semana con una negociación pautada entre el régimen, algunos sectores opositores y unos gestores que todavía no sabemos quiénes son. Lo que tiende sobre el país un velo de democracia que tampoco vemos. Por cuanto, los presos siguen presos; los juicios no avanzan; los muertos obviamente seguirán olvidados por la justicia; y el CNE y el TSJ seguirán como las dos hojas de la tenaza que evita cualquier cambio político en el país.

Definitivamente, Venezuela no es Magic Kingdom, y Nicolás Maduro no es Walt Disney.

* Editor de www.economiavenezolana.com

editor@eastwebside.com

 

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