El año 2014 nos presenta grandes retos a los venezolanos. Arrancamos con una inflación superior al 50% y una escasez cercana al 30%. El Banco Central de Venezuela-BCV anunció que el crecimiento fue de 1,6% en el 2013, y el Instituto Nacional de Estadística-INE estimó el desempleo en 7,2%.
Antes de pensar en el 2014, debemos razonar esas cifras y la manera en que fueron calculadas.
1) Una inflación del 50% significa, que con lo que comprábamos en enero un producto, en diciembre solo nos alcanzaba para comprara la mitad. Pero eso es en “general”, por cuanto los precios de los alimentos aumentaron en más de 70%. En algunos casos, los precios se duplicaron.
2) Una escasez del 30%, significa que de cada 3 productos que vamos a comprar, uno no lo conseguimos. Sin embargo, cuando elaboramos una lista de mercado, descubrimos que varios productos básicos no se consiguen en los estantes: leche, harina pan, harina de trigo, arroz, azúcar, aceite y papel toalet, entre otros. Es así que a veces puede ser más de un producto de cada tres que no se consigue.
3) En cuanto al crecimiento económico (PIB) del 2013, lo informado por Nicolás Maduro en los últimos días del año amerita unas reflexiones adicionales. El BCV no publicó su tradicional informe anual al cierre del año. La cifra del 1,6% fue informada por Maduro. Eso tiene varias interpretaciones. Una de las cuales es la presión pública para que los técnicos del BCV sigan las instrucciones del gobierno en cuanto a un “maquillaje” de esa cifra (economistas independientes estiman que hubo decrecimiento). Por otra parte, la magnitud del crecimiento es insuficiente para el desarrollo del país. Por ser una cifra “promedio”, habrá que esperar que el BCV revele los detalles de cada sector de la economía, para conocer el impacto de los sectores que no crecieron.
4) La estimación del desempleo en 7,2%, debe seguir siendo tomada con “pinzas”. El empleo “informal”, eufemismo inventado por los estadísticos, para encubrir la verdadera cara del llamado “rebusque”, sigue siendo muy alto. Solo la mitad de los trabajadores tienen empleo formal, con el pago de todas sus prestaciones y previsiones sociales.
Adicionalmente, hay otros indicadores que merecen al menos un comentario.
La tasa de cambio, que para el 1º de enero del 2013 estaba fijada en 4,30 Bs. x Dólar, fue devaluada en febrero a 6,30. Tasa oficial con la cual cerró el 2014. Sin embargo, el gobierno aplicó un a nueva devaluación con el sistema alterno Sicad, el cual cerró en 11,30. En el mercado paralelo (e ilegal, pero referencial para la economía real) se cotizó a fines de año hasta en 12 veces la tasa de cambio oficial.
El precio promedio del barril de petróleo venezolano, que arrancó el 2013 en $103,42, cerró el año en $96,97, permaneciendo por debajo de los 100 dólares en los últimos tres meses del año. La tendencia es a la baja.
En cuanto a las reservas internacionales, cerraron el 27 de diciembre en 20 mil 876 millones de dólares, cuando en enero del 2013 estaban en 29 mil 753 millones. Lo que evidencia una caída de 8 mil 877 millones en 12 meses, lo que representa el 29,71%: una tercera parte.
Este conjunto de cifras establece el ambiente con el cual arranca la economía venezolana en el 2014. Esas cifras reflejan los logros de las políticas económicas ejecutadas por el gobierno. Si se siguen aplicando esas políticas, como el discurso oficial sostiene, se fortalecerá la tendencia de esos resultados: menor producción (caída del PIB o poco crecimiento), presión para mayores importaciones (caída de las reservas), aumento de la escasez y aumento de los precios (costo de la vida) como consecuencia de las dos anteriores.
La posibilidad que tiene el gobierno de garantizar el abastecimiento, de seguir con las políticas vigentes, es que el precio del petróleo aumente para poder incrementar reservas e importar mayor cantidad de productos. Sin embargo, no se prevé un aumento de los precios. En el mejor de los casos, los analistas estiman que los precios se mantengan.
En esta situación de inestabilidad, el gobierno debiera aplicar un plan de ajustes económicos. El cual pasaría por aumentar los precios de los servicios públicos: luz, agua, teléfonos, transporte, Metro y la gasolina, entre otros.
Finalmente, como consecuencia de la “guerra económica” adelantada por el gobierno desde noviembre para bajar los precios, se espera que cierren una gran cantidad de comercios, y la gran mayoría reduzca el giro de sus operaciones, lo que se traduciría en muna merma de los productos ofertados, tanto en cantidad, variedad y calidad.
Fuente: redacción