Por Eduardo Martínez
Con lo ocurrido ayer domingo, aparte de lograr lo contrario a lo que se habían propuesto cuando lanzaron el referendo consultivo, cometieron al menos dos errores.
Realizar un evento elector que debía ser masivo, y que ocurrió sin gente en los centros electorales, a la vista de los venezolanos y de todo el mundo –urbi et orbi– para luego informar oficialmente que votaron más de 10,5 millones de venezolanos, hizo explotar la credibilidad de un ente electoral que ya venía siendo poco creíble.
El mundo es hoy en día una comunidad interconectada por los medios globales de comunicaciones, internet y las redes sociales. Las personas, con un celular en la mano, son los mejores reporteros gráficos que existen. Hacen que la cobertura sea total, oportuna y veraz.
El referendo consultivo fue organizado para ser un tiro al piso. Cualquiera fuera su resultado, el gobierno lograba apoyo popular para su propósito ante la comunidad internacional con respecto a la reclamación del Esequivo. Hacer trampa, era innecesario.
Es así como lo logrado con ese resultado, echa por tierra el esfuerzo.
Ahora, entre la pretensión del levantamiento de sanciones y el régimen venezolano, se interpone el CNE. Un ente dirigido por el mismo artífice de las inhabilitaciones. Quien ha cobrado y se ha dado el vuelto.
¿Podía tener un comportamiento distinto?: Muy difícil…
¿No vieron lo que pasó, quienes pueden levantar estas sanciones y abrir la llave del chorro de petróleo?: Más difícil todavía.
Por otra parte, el mecanismo para lograr el resultado que se logró, puso en evidencia cómo funcionaría el sistema electoral para las elecciones presidenciales del 2024. Ya sabemos.
El resultado no son los 10,5 millones de votantes. Son un logro desvirtuado, y haber descubierto la poca credibilidad del ente electoral.
En los circos, los magos pueden sacar un elefante de una caja fósforos. El público se sorprende, aplaude y en el camino de regreso a casa tienen la convicción de que no es posible.
@ermartinezd