Por Eduardo Martínez
Los venezolanos vivimos en una soledad que nunca tuvimos y en la que nunca pensamos encontrarnos. Pero la vida es así, y es lo que tenemos hoy en día.
Mientras teníamos inmensos ingresos petroleros, Venezuela fue la Meca de los inmigrantes. Eso pertenece al pasado.
Curiosamente, muchos de nosotros todavía no nos hemos dado cuenta de esa situación. Seguimos rampantes en nuestra limitada vida como reinas de pueblo, creyendo que todo el mundo nos quiere.
Fueron los afectos al régimen fueron los primeros en darse cuenta de esa soledad. Más que estar soledad, recibieron en aviones y lugares públicos el rechazo, en Venezuela y en cuanto asomaban la nariz en otros países.
Podemos aventurarnos a decir, que los siguientes venezolanos que asumieron su soledad, son los emigrantes. Al encontrarse sin oportunidades en Venezuela, abandonados al hambre y a la miseria inmediata o cercana, agarraron sus cuatro peroles y se fueron.
Estos emigrantes, que deben ser tomados seriamente, siguieron con su soledad a otro parte. Ahora, que superan los 8 millones repartidos por todo el mundo, han ido haciendo núcleos de venezolanos en los lugares en donde se han establecidos. A parte de los cuatro peroles con que llegaron, aparecieron con sus hallacas, tequeños, arepas, empanadas, las mototaxis y deliverys, y hasta repartiendo bolsas de comida hasta en patinetas (una innovación).
Quienes seguimos en Venezuela parecemos no darnos cuenta de nuestra soledad. Una soledad mayor. Tenemos la responsabilidad de arreglar las cosas en el país. Revolver la crisis.
Eso lo debemos hacer nosotros. Es una tarea que más nadie la va hacer por nosotros. Si nosotros agarramos el toro por los cachos, aparecerán quienes ayuden y aporten. Así ha sucedido en otros países.
En esta realidad en la que nos encontramos, los venezolanos de cara a las elecciones se han empezado a movilizar. Han tenido la suerte de contar con el empujón que les está dando el régimen.
Si en el régimen imperara el espíritu democrático, y no el talante autocrático, se darían cuenta que en vez de “tratar de sacar del juego” a María Corina, les daría otro resultado la estrategia de ignorarla.
Los escorpiones, como dice un viejo dicho, no pueden rehuir de su naturaleza. Así que optaron por una solución de “vía rápida”, como lo es la figura de la inhabilitación. Aunque debemos intuir que están convencidos de que no hay manera de ganarle a María Corina. Y en la poca razón que suelen tener, creemos que esta vez tienen la razón: “No hay manera “transparente” de ganarle”.
A esta altura, los lectores se preguntarán qué tiene que ver el título Locos, aspirantes y quienes pretenden serlo.
Claro que tiene que ver. Sobre todo, con aquellos paisanos que voluntariamente se hacen los locos. Esos que no son enchufados, porque simplemente no los dejan. Técnicamente opositores, aspiran a hacerse los locos.
Están solos en su aspiración.
Es hora que se dejen de vivezas y se movilicen, porque están a punto de también perder ese autobús.
Y los otros, que están esperando que alguien les resuelva el problema del país, es hora que se pongan en movimiento.
Fotografía: tomada de las nubes.
@ermartinezd