Por Eduardo Martínez
Para nadie es un secreto el estado de destrucción en que se encuentra Venezuela. Ni es secreto, ni se puede ocultar y tampoco se puede negar. Es una realidad.
En esta situación es indudable que los venezolanos se pregunten cómo vamos a reconstruir al país. La tarea es gigantesca, al incluir uno y cada uno de los sectores y aspectos de la Nación.
Recientemente, un amigo hizo esa pregunta, que por cierto debiendo ser evidente, mayoritariamente los venezolanos ahondamos en los problemas y no en las soluciones.
Seguir pensando en los problemas que nos acogotan cada día, no nos permite avizorar cómo podemos enfrentarlos. Lo que añade un grado más de complicación a la crisis. Crisis, porque de eso se trata.
Algunos venezolanos pensantes opinan que, dada la magnitud de los costos para dar solución a los problemas, y secreto se encuentra en acudir a los entes multilaterales de financiamiento como el BID, el BM, el FMI y, también, de los Eximbanks de los países más desarrollados.
También, los mismos pensadores ocupan su tiempo, en señalar que necesitan grandes inversiones de los grupos multinacionales privados.
En ambos casos, eso garantizaría un flujo de dinero fresco, que no solo comenzaría a resolver los principales problemas, sino que también dinamizaría la estancada economía venezolana.
El dinero ayuda a resolver los problemas, es verdad, pero está también al lado de los discursos y buenos propósitos sin acciones: ayudan, pero no es el secreto.
Con un país vaciado por una emigración de más de uno de cada tres habitantes, enfrentar los problemas debe comenzar por el factor humano. Esos que han regresado: profesores, maestros, médicos, ingenieros, profesionales en general, obreros, artesanos, cocineros, etc.
Si solo nos centramos en solucionar “por arriba”, buscando grandes inversiones, los de arriba se llevarán la mayor y mejor parte. Abajo, en la Venezuela de las mayorías, lo que llegarán serán migajas. Será algo así como el chorro de agua cuando se lava un vehículo: el mayor caudal va al vehículo, y el pavimento quedará sucio, porque lo que le llegaron fueron el salpicar de gotas de agua.
Es así que la estrategia para reconstruir al país debe atender, tanto las necesidades de financiamiento -lo que la clase gobernante siempre privilegia- como las necesidades de un desarrollo centrado en los venezolanos, que será lo que die pie a que se emprenda un ciclo económico de circulación del dinero entre la totalidad de los venezolanos.
Si los venezolanos todos, tenemos nuestra cuota parte de participación en la solución, la economía se mejorará y estabilizará desde adentro.
Israel y Venezuela
Se pueden examinar dos ejemplos de cómo los países pueden impulsar su economía.
Uno es el caso de Israel, luego de la refundación del Estado en 1948. Miles de judíos europeos llegaban cada día a Israel. A lo que había que sumar, los 850 mil judíos que fueron expulsados de los países árabes.
Estos nuevos israelitas no tenían casas donde habitar. Vivían en carpas que, en muchos casos, era excedentes de los ejércitos aliados de la Segunda Guerra Mundial.
El nuevo gobierno israelí debía proporcionarles casas, alimentos y un trabajo. Todo era prioritario. Pero optaron por lo que hiciera rodar los engranajes de un solución global y simultánea.
Dieron carpas, una solución temporal. Luego le dieron trabajo en la industria de la construcción, desarrollando proyectos habitacionales y construyendo la infraestructura: carreteras, calles, acueductos, electrificación, puertos, etc.
También, le dieron trabajo en la agricultura, la educación, y el ejército.
Al final de ese ciclo, habían resuelto en gran medida los tres problemas básicos.
Sin tomar en consideración a la gente, los refundadores del estado no habrían podido reconstruir a Israel. Solo habrían recogido dinero de los judíos de todo el mundo, los gobiernos amigos. Y eso no habría bastado, porque el dinero nunca es suficiente.
El otro caso es la Venezuela de los años 40-50 del Siglo XX, cuando se montó la política de traer de Europa mano de obra calificada.
Esos profesionales, técnicos y artesanos, motorizaron la modernidad de Venezuela, y su inserción en el desarrollo mundial. Para los años 60-70, Venezuela pertenecía al “Club Nuclear”; se multiplicaban las universidades, liceos y escuelas; se expandía la pequeña, mediana y gran industria; la operación petrolera -adelantada por la inversión extranjera- ya había capacitado a los venezolanos para que la operaran directamente. Así como también, la industria del acero y el aluminio, que producían estas materias primas, que impulsarían la industria y talleres metalmecánicos a producir lo necesario para las necesidades de los venezolanos.
Por supuesto, que sobra quien prefiera olvidar lo señalado en el párrafo anterior. Pero esa es una realidad también innegable.
Recapitulando, ahora debemos adelantar una campaña para traer al país los venezolanos que se fueron.
Empezar, por donde hay que empezar
Sin descuidar la atracción de inversiones y capitales, debemos promover el regreso de los venezolanos que se fueron. Con ellos, hay que arrancar la reconstrucción de Venezuela.
Fotografía: Publicada en Facebook. Foto tomada en una Ciudad de Alemania en el año 1946 el cartel dice «Homeless, Venezuela welcomes you» (Sin hogar, Venezuela te da la bienvenida). Parte de la promoción de captación de mano de obra calificada que adelantó Venezuela.
@eremartinezd
Todo eso es cierto pero lo primero es la plata para generar puestos de trabajo para los que retornen y los que se quedaron. Y el punto de partida debe ser la industria eléctrica y la industria petrolera. De ahí se deriva todo lo demás
Gracias, hay que empezar ante tanta destrucción, ¿por dónde? Es secundario