Isabel Idarraga: El origen del patrimonio para emprender

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Por Isabel Idarraga

Armando disfruta enormemente cuando comparte sus conocimientos de negocios con personas interesadas en prepararse para la creación de sus propias empresas. Como parte de su colaboración con un instituto de gastronomía del que es accionista, enseña materias relacionadas con temas financieros como obtención de fondos para nuevos negocios, elaboración del presupuesto y manejo del flujo de caja. Su mayor interés es orientar y aclarar todas las inquietudes de sus estudiantes.

Uno de los  primeros aspectos que deben considerar quienes aspiran a ser empresarios  es contar con un capital inicial mínimo. Este, generalmente,  proviene del ahorro que hacen desde que empiezan a percibir ingresos hasta el momento en que deciden tomar el camino del emprendimiento. También puede ser producto de la venta de activos como un vehículo o un bien inmueble. Quizás proceda de una herencia, del aporte de otros accionistas o un préstamo de terceros.

El plan de negocios mostrará los requerimientos para el arranque de la nueva empresa.  Los fondos requeridos se destinarán a la inversión inicial que permita la puesta en marcha y al capital de trabajo para mantener la operación hasta el momento en que se perciba efectivo proveniente de las ventas. La consideración del capital de trabajo es fundamental para no poner en riesgo el negocio durante el ciclo inicial de ventas y cobranzas.

Una vez determinado el monto de la inversión total y cuanto aportarán los socios, se conocerá la cantidad que hace falta y que se solicitará a los bancos. Es escencial identificar el uso que se dará al dinero recibido de instituciones financieras. Los préstamos a largo plazo se destinan a la adquisición de activos fijos como maquinarias, equipos e infraestructura, mientras que el capital de trabajo se apalanca con financiamiento a corto plazo como pagarés o descuentos de facturas.

Aunque los inversionistas posean el patrimonio suficiente para iniciar el nuevo negocio siempre es conveniente evaluar la obtención de  un préstamo, especialmente si las condiciones crediticias son atractivas. Este proveerá experiencia crediticia que puede ser útil en un futuro cercano y permitirá a los accionistas preservar parte de su patrimonio para cubrir emergencias de tipo personal o de otras compañías en las que participa.

Armando hace énfasis en las ventajas de prepararse con suficiente antelación para el momento de llevar a la realidad el negocio soñado. Para ello, el emprendedor de mañana debe ahorrar e invertir, hoy, en activos productivos  como maquinarias, equipos o terrenos, que en el futuro sirvan de aval financiero para solicitar un crédito. Aquel que esté  interesado en emprender  ha de iniciar, cuanto antes, a crear un patrimonio para dar forma a su negocio propio.

isabel.idarraga@gmail.com

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