Isabel Idárraga: El camino al endeudamiento exagerado

por Isabel Idárraga

Emilia comparte, cada vez que puede, la experiencia que vivió cuando cayó en una grave crisis financiera personal producto de su endeudamiento desmesurado. Esta circunstancia le generó muchas angustias y fuertes discusiones con sus familiares y amigos a quienes veía como enemigos a pesar de que trataban de ayudarla. Finalmente aceptó la sugerencia de su novio y contrató a un asesor financiero que le mostró herramientas para salir de esa situación que no quiere repetir más nunca.

A través de un préstamo es posible comprar bienes que, de otra forma, no podrían alcanzarse y, como contraparte, el que adquiere la deuda se compromete a honrarla. Sin embargo, es importante distinguir uno bueno de uno malo. El primero sirve para obtener bienes que generarán renta como materias primas o un local comercial. El segundo es usado para  lograr bienes o servicios que no generan retorno, como cuando te inscribes en un gimnasio y luego de una semana, no vuelves más.

El endeudamiento comienza de a poco, algo pequeño que puedes afrontar sin que afecte tu presupuesto. Desconoces el monto máximo que puedes dedicar a amortizar tus deudas sin que esto implique dejar de cubrir gastos fijos como alimentación, arrendamiento y transporte. No sigues un presupuesto, te dejas llevar por tus deseos y haces nuevas compras a crédito sin analizar tu capacidad de pago. Generalmente  adquieres bienes que no necesitas.

Un día, reconoces que no te alcanza el dinero para sufragar todas tus obligaciones, los acreedores te llaman insistentemente y se te ocurre que lo puedes resolver pidiendo un préstamo a un amigo. Pronto será este el que te cobre lo que le debes. Y es aquí donde puedes caer en una centrífuga. Usas el anticipo de efectivo de la tarjeta de crédito para saldar lo que adeudas a tu amigo. Después otra tarjeta para respaldar a la primera  y así sucesivamente. Estás en una trampa.

Para salir de esta realidad se necesita mucha fuerza de voluntad. Saca las tarjetas de crédito de tu cartera y determina los gastos básicos que cubrirás mensualmente. Ordena  tus cuentas por pagar desde la más pequeña a la más grande y establece un monto mensual para este gasto. Abona el monto mínimo de todas las deudas y la más  pequeña le aportarás un poco más.  En cuanto termines de pagar esta, usa el dinero para sumarlo al siguiente compromiso más pequeño y así sucesivamente.

Emilia, cada vez que relata su historia, hace énfasis en que llegó a esa situación por dejarse llevar por el impulso desmedido de comprar para satisfacer deseos más que necesidades. Se olvidó de la importancia de establecer metas y hacer un presupuesto mensual por lo que empezó a pedir prestado para costear deudas malas. Ahora, antes de hacer una compra se pregunta si es para satisfacer una necesidad o un deseo y si está va en función de las metas que quiere alcanzar.

isabel.idarraga@gmail.com

 

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