Frente al agotamiento de la vida de los estudiantes en huelga de hambre

por Eduardo Martínez

En la asombrosa globalidad de la mente de los venezolanos, han tenido cabida los acontecimientos de Egipto y Libia. Radio, TV y prensa escrita, así como las redes sociales, han llevado minuto a minuto la escalada de las manifestaciones y la sucesión sin fin de hechos violentos. Es así, como estas crisis de los países árabes, se han convertido en el primer tema de conversación de los venezolanos. Sin embargo, no debemos dejar que esto oculte la problemática que simultáneamente vive Venezuela.

Desde hace 22 días, casi un centenar de estudiantes universitarios se encuentran en huelga de hambre a las puertas de las oficinas locales de la OEA en Caracas y frente a diversas embajadas, al igual que en otros puntos representativos en el interior del país.

¿Qué reclaman estos estudiantes que arriesgan la vida al abstenerse de ingerir alimentos? Entre otras peticiones, piden simplemente, que se deje entrar a Venezuela una comisión que investigue los derechos humanos en el país. Reclaman, que el gobierno de Hugo Chávez y su canciller Nicolás Maduro, dejen entrar a José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos-OEA. Reclaman que se termine el secuestro aplicado a tres venezolanos que, electos diputados, se les impide asumir su representación en la Asamblea Nacional. Reclaman que a los presos políticos se les atiendan sus problemas de salud y sean trasladados a clínicas y hospitales. El comisario Lázaro Forero, condenado a 30 años de cárcel,  tiene graves problemas de la vista y sus indicadores prostáticos requieren su traslado de urgencia a un hospital, sin que las autoridades asuman la responsabilidad que tienen como carceleros. Lo vimos recientemente en el caso de la jueza María de Lourdes Affiuni, quien sería llevada finalmente a ser intervenida quirúrgicamente cuando ya se encontraba a las puertas de un trágico final en sus dolencias.

Estos estudiantes no se diferencian de las multitudes que reclaman en Egipto y Libia por los derechos humanos, el fin del autoritarismo y la erradicación de  las prácticas dictatoriales.

¿Qué oculta el gobierno al no dejar entrar a una comisión de la OEA? No lo sabemos. Pero tomando como ciertas las declaraciones de los ministros y los voceros políticos del régimen, de que en Venezuela se respetan todos los derechos humanos, debería ser fácil para el gobierno, y de gran provecho político, permitir a la OEA venir al país para constatar estas bondades que el gobierno de Hugo Chávez no se cansa de repetir a cada momento. Entonces ¿porqué negar a la OEA una visita a Caracas?

Mientras tanto, se disminuye la vida de estos estudiantes venezolanos, que no se diferencian de sus contemporáneos de Egipto y Libia, y son dignos herederos de aquellos estudiantes que en la gesta independentista se inmolaron un 12 de febrero; se rebelaron contra la dictadura gomecista a partir de 1928; soportaron las torturas y prisiones de la Seguridad Nacional en los años 50; y  así como también, en los años 60, entusiasmados por el triunfo de la revolución cubana, asumieron la lucha guerrillera.

¿Los venezolanos vamos a dejar que estos estudiantes agoten sus vidas?

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