Es un error de consecuencias fatales confundir el consenso reflexivo que exige la economía con las falsas prescripciones influidas por el deseo de hacer concesiones a cada parcialidad de pensamiento como si fuese posible tomar un poco de cada cosa y tener un buen resultado porque todos han sido complacidos, es la historia económica del extravío fatal de un país.
Es jugar con fuego, como lo hace el gobierno, el frenar y alimentar, espasmódicamente, la creación irresponsable de dinero, y la asfixia regulatoria, como también juegan con fuego muchos entre los factores democráticos al criticar todo sin fundamentos ni evidencias, esperando sin propuestas que alguna fuerza exterior nos resuelva la irresponsabilidad social de no ofrecer soluciones.