Desde las grandes emergencias, como el terremoto de Haití o las inundaciones de Pakistán, a las crisis humanitarias que acaparan los titulares de la prensa, como los conflictos en Cote d’Ivoire o Libia, la comunidad internacional ha dado un paso al frente para ayudar a los damnificados por las catástrofes y las tragedias en los últimos años.
Por desgracia, las crisis humanitarias de «aparición lenta», como la sequía cada vez más grave en el Cuerno de África, no han recibido la misma atención, dejando a millones de mujeres, hombres y niños en situación vulnerable frente a los efectos devastadores del hambre y la desnutrición.
Antes que esperar a una catástrofe en plena regla y con riesgo de muertes y un coste exponencialmente mucho mayor en vidas humanas, medios de subsistencia e intervenciones humanitarias, es necesario actuar ahora para proteger a los que ya sufren hambre y desnutrición, creando resiliencia y seguridad alimentaria en la región.
Por desgracia, ya estamos rezagados, pues hemos perdido una estrecha ventana de oportunidad para comenzar a aprovechar los avances en la seguridad alimentaria en el Cuerno de África tras varias temporadas de lluvias y cosechas abundantes que han logrado reducir el número de personas hambrientas.
Hoy, los países de la región se enfrentan a la ausencia de precipitaciones en la temporada corta de lluvias a finales de 2010 y la tendencia negativa que amenaza la temporada larga de lluvias en 2011. Estas circunstancias ya han hecho aumentar el número de personas en situación grave de inseguridad alimentaria.
La cifra de aquellos que requieren ayuda de emergencia ha subido desde 6,3 millones a principios de 2011 a los 10 millones en la actualidad -con un incremento del 40 por ciento- en Djibouti, Etiopía, Kenya, Somalia y Uganda (en la región de Karamoja). La mayoría de los nuevos afectados se encuentran en Kenya (1,2 millones). Además, el número de refugiados somalíes en los campos de Kenya y Etiopía se sitúa ya en cerca de 517 000 personas, una cifra sin precedentes.
La buena noticia es que sabemos qué es lo que hay que hacer. En 2010 la comunidad humanitaria elaboró un Plan de Acción para hacer frente a las causas profundas de la inseguridad alimentaria y crear resiliencia en una región que ha sufrido crisis prolongadas durante casi tres décadas. Este plan hace un llamamiento para que se asocien países, organismos humanitarios y la comunidad de ayuda al desarrollo y que se vinculen los esfuerzos para el desarrollo a largo plazo con la ayuda humanitaria y se logre alcanzar la seguridad alimentaría.
Es de vital importancia crear resiliencia en las familias, proteger los activos productivos, reducir la escala de la ayuda de emergencia y establecer medidas para evitar crisis similares cuando -de forma inevitable- las lluvias vuelvan a ausentarse en el futuro.
Para garantizar que la complacencia no decida el destino de esta región, solicitamos lo siguiente:
Ayuda alimentaria de emergencia y sostenible: financiación completa de las necesidades de emergencia para evitar una aceleración de la situación actual de hambre y desnutrición y apoyar los programas de redes de seguridad, tales como los comedores escolares y las compras a nivel local, así como las iniciativas P4P (acrónimo del inglés Purchase for Progress, o «compras para el progreso», en español, ndr),
Apoyo a los pequeños campesinos: la ayuda inmediata a los planes nacionales de seguridad alimentaria para garantizar que los países apoyen a los agricultores más pobres con ayuda básica, como aperos, semillas, fertilizantes, nutrición basada en alimentos y los conocimientos necesarios para impulsar la producción agrícola y sostener los medios de subsistencia rurales.
Políticas proactivas, reducción de riesgos e inversiones: apoyar las políticas e inversiones que abordan los problemas básicos, como la adaptación al cambio climático, la preparación y la reducción del riesgo y la gestión de catástrofes, los medios de vida rurales, la infraestructura productiva, la producción y comercialización, instituciones y gobernanza, resolución de conflictos, cuestiones relacionadas con los pastores y el acceso a los servicios básicos de sanidad y educación.
Estos esfuerzos tienen que aprovechar los marcos y estrategias nacionales y regionales, en especial el Programa general para el desarrollo de la agricultura en África, que promueve la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD, por sus siglas en inglés, ndr). Las organizaciones regionales serán vitales para movilizar acciones concertadas frente a las amenazas a la seguridad alimentaria y nutricional. La Unión Africana y la Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo, desempeñan en particular un papel importante.
Admitimos que las emergencias en el Cuerno de África no se podrán parar mañana. Pero debemos aprovechar la oportunidad para romper el ciclo crónico de inseguridad alimentaria y asegurarnos de que ésta es la última generación a la que se le roba el futuro a causa del flagelo del hambre y la desnutrición.
Pedimos a la comunidad internacional que aporte todos los medios políticos, morales y financieros necesarios para abordar de forma integral la crisis cada vez más grave que afecta ahora al Cuerno de África, a la vez que ayudamos a los países de la región a construir un futuro de seguridad alimentaria.