El empresario José Panajeotidis, quien lleva más de 30 años dedicado al sector manufacturero, es propietario de la industria textil La Fila, ubicada en Cúa, municipio Urdaneta del estado Miranda.
En 2010, obtuvo financiamiento del Fondo Bicentenario, por lo que su empresa pudo aumentar su producción de un 5 % a 50 % de su capacidad instalada.
«A través del conglomerado textil, los empresarios del país podemos contar con el apalancamiento del Estado y somos más fuertes, ya que podemos efectuar convenios que nos permitan ir hacia un sistema de producción más justo, en el que el margen de costos sea menos y nos permita ofrecer precios justos».
Destacó que como empresario ha sido testigo del interés y disposición del Gobierno Nacional para promover el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, que se ha traducido en una intensa interrelación entre los sectores productivos y las instituciones gubernamentales.
«En una reuniones del conglomerado nos conocimos dos personas que teníamos en el ramo textil más de 20 años y pudimos sentarnos y ver que nuestras ideas para impulsar el sector eran las mismas. Antiguamente, nos veíamos como competencia , y ahora estamos llamando a los otros textileros a que nos apoyen en beneficio de todos: de la industria, de los trabajadores, de las comunidades, del país», destacó el empresario.
Disponibilidad de materias primas
Asimismo, José Panajeotidis se refirió al plan del Ejecutivo de incrementar la producción nacional de materias primas, con el objeto de disminuir los costos operativos.
«La materia prima del sector textil proviene del exterior, de países como Indonesia, China, Afganistán e India, que son los mayores productores de hilos, pero con las nuevas políticas que está incorporando el Gobierno, se están creando hilanderías que van a poder surtir parte de los hilos que se requieren, e incluso en un lapso de 4 o 5 años podremos exportar nuestras telas», explicó.
Consecuencias de las políticas neoliberales
El empresario indicó que Textiles La Fila fue fundada en la década de 1980 por su padre, Alexander, de origen griego, y recordó que durante los años 90, la aplicación de políticas neoliberales destrozaron el mercado textil venezolano.
«En especial, durante el segundo gobierno de Rafael Caldera se aplicaron políticas desmedidas de importaciones, en la que no hubo protección al empresariado nacional, incluso hubo intentos por comprarnos la fábrica, para aprovechar nuestra merca y vender telas importadas, pero hicimos un gran esfuerzo y resistimos», expuso.
Destacó que a raíz del crédito que recibieron, de 9 millones de bolívares, pudieron aumentar su producción en año y medio de 140 a 1.400 toneladas anuales de telas y tejidos de punto, lo que equivale a un 50 % de la capacidad instalada de la fábrica.