Por Eduardo Martínez
La pasada semana, el obispo nicaragüense Silvio José Báez Ortega -obispo auxiliar de Managua- ofició la Misa del sacramento de la confirmación a los estudiantes de un colegio católico de la ciudad de Miami.
Este oficio que solo los obispos pueden oficiar, ocurrió en un país que no es el suyo. No fue un acto de cortesía de su parte, y tampoco requirió de un permiso especial de la alta jerarquía eclesial.
La realidad es que desde el 2019 el obispo Báez tiene asilo en los Estados Unidos. Lo que le ha llevado a ejercer sus responsabilidades de pastor en la ciudad de Miami. Y no porque sea de habla hispana, porque también domina con perfección el idioma inglés.
El calvario de monseñor Báez comenzó el 9 de julio de 2019, cuando resultó herido al ser agredido por paramilitares sandinistas.
Se había presentado en Diriamba, en compañía del Cardenal Leopoldo Brenes Solórzano de Managua, el arzobispo Waldemar Sommertag, el Nuncio apostólico y otros religiosos, a raíz de una ola represiva gubernamental en la que habían fallecido 17 manifestantes. En tanto se encontraban un numeroso grupo de manifestantes refugiados en la Basílica de San Sebastián.
Como suele indicar el manual represivo de los gobiernos autoritarios, el régimen hizo uso de grupos paramilitares.
A pesar que, el objetivo de la jerarquía católica nicaragüense fue la de mediar y proteger la integridad física de los manifestantes, el régimen no perdió tiempo para volver a hacer uso del manual represivo y acusar al obispo en octubre de ser parte de un plan de golpe de Estado.
Para principios del mes de abril de 2019, Su Santidad el Papa Francisco convocó a Roma a monseñor Báez por “tiempo indefinido”. La embajadora de EEUU, desde el 2018 había alertado a Báez y a las autoridades vaticanas de un “complot” para asesinarlo. El Papa no quiso que Báez corría riesgos. Era evidente un empeoramiento de las actividades anti religiosas del régimen de Nicaragua.
Hoy en día, Monseñor Silvio José Báez es un expatriado en los Estados Unidos. Transita los caminos del exilio.
Las expulsiones masivas
En el 2020, la cuarentena mundial por la expansión del Covid 19 detuvo por dos años la represión sobre los sacerdotes católica en Nicaragua. Sin embargo, disminuidos los contagios, el régimen de Ortega arreció las operaciones represivas.
En el 2023, según el “Colectivo de Derechos Humanos de Nicaragua Nunca Más”, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo expulsó a 227 líderes religiosos, incluyendo 151 sacerdotes y 76 monjas.
En enero de este año, el régimen de Ortega expulsó al obispo católico Rolando Álvarez y otros 18 religiosos tras su excarcelación en Nicaragua. Álvarez había sido condenado a 26 años de presidio por “conspiración, propagar noticias falsas, obstrucción de la justicia y desacato a la autoridad”. En el 2022 se había negado a ser deportado a Estados Unidos junto a 222 opositores excarcelados y desterrados.
Como al resto de los expulsados por el régimen de Ortega, a los religiosos expulsados le ha sido quitada sus propiedades personales y se les ha despojado de la nacionalidad nicaragüense. Son “apátridas”.
Un poco de historia
La Iglesia Católica, con más de 2 mil años a cuestas, tiene una trayectoria de persecuciones que comenzaron con la detención y crucifixión de Jesucristo, en la época en que el Imperio Romano ejercía su poder imperial en Europa, el Norte de África y el Medio Oriente.
Los primeros cristianos, parias en el imperio romano, debían esconderse y realizar sus ritos religiosos en la clandestinidad de las catacumbas.
Eso no detuvo la evangelización que hizo que la religión se expandiera por todo el imperio, y más allá.
Desde la aparición de Jesucristo en el Medio Oriente hasta nuestros días, han trascurridos más de 2 mil años. En todo este tiempo, la jerarquía de la Iglesia se ha mantenido sin interrupciones hasta nuestros días.
Es un hilo de tradición que no se ha roto desde entonces. Como explicó en una ocasión un obispo amigo, quien dijo que si se seguía los orígenes del sacerdote que nos había bautizado, y el obispo que lo había consagrado en el sacerdocio, y de ahí hacia atrás de obispo en obispo, se llegaba directamente a los Apóstoles y a Jesucristo.
Lenín, que fue un detractor de la Iglesia, cuando escribe sobre la creación del partido comunista señaló que se debía copiar la estructura, jerarquía y organización de la Iglesia Católica. Razonó que era la organización perfecta, porque había sobrevivido todas las guerras por más de mil 900 años. Esto sin necesidad de volverla a fundar. Nunca había dejado de existir, a pesar de haber sido perseguida, prohibida y eliminado a seguidores.
Eso fue lo que llevó a Lenin a copiar la organización y estructura de la Iglesia, para construir el partido comunista y la Internacional, con la cual pretendió controlar el Mundo.
Eso nos lleva a un marco histórico y conceptual que nos presenta a la Iglesia como una institución permanente y perpetua.
Cuando el fallecido Hugo Chávez comenzó a insultar y amenazar a los cardenales y obispos venezolanos, ese mismo obispo amigo puntualizó varios aspectos fundamentales.
Entre ellos, que Chávez no iba a acabar con la Iglesia Católica. Eso demostraba su ignorancia. Y que, en cuanto a las amenazas de prisión y muerte que rodeaba en esos conflictivos días, advirtió que habían muerto asesinados cientos y hasta miles de obispos.
Para tener una idea, de cuantos obispos han sido asesinados en la historia de la Iglesia, se puede citar para conocer la magnitud numérica, que solo en los tres años de la Guerra Civil Española fueron asesinados 13 obispos, 4.184 sacerdotes seculares, 2.365 religiosos y 283 religiosas. Y a pesar de esas matanzas, la Iglesia Católica en España no desapareció y, 88 años después, sigue existiendo.
En América
Carlos III, rey de España, expulsó a los jesuitas de la metrópolis y las colonias en 1767. Lo que impulsó que el Vaticano disolviera la congregación en ese mismo siglo XVIII.
Posteriormente, a partir del Siglo XIX con los gobiernos republicanos, se ejecutaron expulsiones a otras congregaciones. Tal fue el caso en Venezuela bajo la presidencia de Guzmán Blanco.
Otras expulsiones importantes ocurrieron en México como consecuencia de la guerra de la Revolución Mexicana y la guerra de los Cristeros. Expulsiones que llevaron a un importante número de religiosos mexicanos a buscar cobijo en Venezuela.
Otro episodio importante ocurrió en Cuba a partir de la instauración del régimen comunista en la isla. Cientos de religiosos fueron detenidos, encarcelados (algunos fusilados), y expulsados; confiscándose las propiedades de la Iglesia, y prohibiéndose la educación católica. Una copia de lo ocurrido en la URSS unas décadas antes.
A Venezuela a partir de 1961, llegaron varios sacerdotes y el obispo Eduardo Boza-Masvidal, quien sería hasta su fallecimiento obispo auxiliar de Los Teques. También el sacerdote cubano Agnelio Blanco, quien estuvo asignado a la capital mirandina hasta su fallecimiento en fecha reciente.
Sin embargo, la Iglesia Católica sigue existiendo, y los católicos siguen practicando su Fe.
Fuente: diarios, agencias, VOA y wikipedia