Por Isabel Idárraga
Miguel y Raúl, viven intensamente su adolescencia. Constantemente buscan nuevos retos. Aprovechan el inicio de un nuevo año para trabajar en un proyecto para la Fundación en la que hacen labor social. En esta oportunidad se proponen enseñar Finanzas Personales a niños y jóvenes de escasos recursos como una herramienta para que mejoren su relación con el dinero y con ello potenciar una mejor calidad de vida.
El dinero forma parte de nuestra existencia desde que nacemos. Frecuentemente, escuchamos comentarios negativos acerca de lo que representa, como que es malo y sucio. Afortunadamente, unos cuantos reconocen que, bien ganado y bien usado, es un medio para alcanzar sus metas y disfrutar de un mejor nivel de vida. Con él se adquiere una casa, se financia la educación de los hijos y se monta un negocio propio.
La comprensión de que la educación financiera es fundamental para hacer un mejor uso de nuestros recursos financieros evitaría muchos problemas como el endeudamiento excesivo, la falta de ahorro y las penurias de la tercera edad. La educación financiera debería formar parte del sistema educativo y de la formación que reciben nuestros niños en sus hogares para construir una mejor sociedad.
La educación financiera hace posible el cambio de paradigma acerca del rol del dinero en el diario vivir. El niño que está consciente de que es la vía para construir un patrimonio y que antes de gastarlo, ha de procurar, invertirlo, tendrá más probabilidades de hacer realidad sus sueños que el niño que lo ve como algo que no merece ser cuidado y, por lo tanto, no planifica su uso.
Aquel que ha recibido educación financiera, reconoce el valor del dinero en su vida y establece prioridades en su administración. Puede construir hábitos como ahorrar, siempre, una parte de lo que percibe, bien sea que provenga de su trabajo o de un regalo. El niño que acostumbra a guardar parte de su mesada, de adulto considerará normal ahorrar parte de sus ingresos mensuales.
Miguel y Raúl se preparan, con mucho entusiasmo y responsabilidad, para empezar su labor pedagógica pues, en sus hogares, han aprendido que la educación financiera les enseña conceptos cuya aplicación reporta excelentes ganancias a lo largo de la vida. Para ellos es normal hacer una lista anual de metas, llevar un flujo de caja mensual, ahorrar parte de su mesada y planificar sus compras.
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