Por Eduardo Martínez
Difícil pregunta y más difícil respuesta. Ciertamente no lo sabemos. Aunque hacemos un gran esfuerzo por desentrañar lo que pasa, a pesar de no tener mucha información. Por lo visto, nada se presta para que nos enteremos.
En los países democráticos los debates se escenifican en dos lugares: el parlamento y los medios de comunicación. Si nos ubicamos en la Venezuela de la década de los años 40 del siglo pasado, las plazas era el principal lugar de exposición de ideas, que en ocasiones se transmitían por la radio, y luego de 1958 se trasladaría con mayor fuerza a las estaciones de televisión.
Si bien la TV venezolana había comenzado sus transmisiones a principios de los años 50, tomaría toda su fuerza con el renicio del período democrático a partir de 1958.
A medida que aumentaba la cobertura geográfica de los canales, y crecía a la par la sintonía por la adquisición de equipos por parte de los venezolanos, la televisión se convertiría en el principal medio de discusión y divulgación de las ideas. Lo que también fue posible por las crecientes oportunidades de la cual disfrutaban los venezolanos, que provenía de un aumento de los ingresos y el poder adquisitivo que representaba. Las familias tenía dinero para adquirir radios y televisores, y vaya que los adquirían.
Es claro, que ese paso de las calles y plazas al seno de los hogares, fue posible por las libertades que el sistema democrático proporcionaba.
En esta etapa de nuestra vida republicana, el Congreso de la República era el lugar de debate de los temas más importantes y álgidos de Venezuela.
¿Cómo estamos hoy en día?
La Asamblea Nacional que reemplazó al Congreso, es hoy en día el lugar en el cuál el gobierno se permite imponer sus ideas, aprobar sus proyectos y reducir al mínimo los debates. Por eso no debe extrañarnos que lo que ocurre en la Asamblea, no sea seguido por los venezolanos. Realmente, no les interesa.
Y en cuanto a los medios de radiodifusión, el control hegemónico ha disminuido -casi a la extinción- los espacios de debates, entrevistas y discusión. Solo los medios afectos al régimen se permiten decir cuanto les plazca, y por los general, insultar sin que nadie se los impida.
A pesar que hay redes sociales, el pésimo servicio prestado por la bajas velocidades e interrupciones de internet, minimizan el impacto de lo que se diga, publique y muestre.
Por eso puede ser una pérdida de tiempo y realidad, preguntar cuál es el tema del día. A veces, no lo sabemos.
* Gráfico cortesía de Medianálisis.