Crisis eléctrica desnuda capacidad gerencial del gobierno

La manera gerencial, en que el gobierno maneja las crisis, ha quedado al desnudo con la crisis eléctrica. Hace un año, el gobierno desplegó toda una campaña para abordar los problemas de la generación, la transformación y la distribución de la energía eléctrica. La estrategia siguió los lineamientos de las políticas anteriores empleadas por el gobierno para paliar las crisis de otros sectores.

En primer lugar, se responsabilizó a los gobiernos del siglo pasado. Un argumento, que por lejano, ya resulta poco creíble.

En segundo lugar, se responsabilizó a los consumidores, por que “derrochan” la energía por sus hábitos dispendiosos. Para lo cual se establecieron sobre-tarifas para castigar niveles máximos de consumo establecidos de forma arbitraria. Sumado a una campaña de carteles adhesivos colocados a las puertas de negocios, edificios y centros comerciales, exponiéndolos al escarnio por consumir más allá de esos niveles.

En tercer lugar, se estableció un riguroso racionamiento del servicio eléctrico. En un primer momento extensivo a la gran Caracas, pero que luego sería aplicado únicamente en el interior, centros comerciales y a todas las instalaciones gubernamentales.

En lo que respecta a los empleados públicos, vale la pena hacer notar que el país se encontraba en una campaña electoral para elegir a los integrantes de la Asamblea Nacional. Por lo que resultó un tanto sospechoso el horario recortado de la administración pública, que coincidía con el proselitismo del partido de gobierno.

En cuarto lugar, se procedió en contravención con las opiniones técnicas de los expertos en el área, a comprar generadores a gasoil para regarlos por todo el país. Eso sin contar un buen número de contratos firmados con empresas chinas, para la terminación, construcción o ampliación, de las plantas hidroeléctricas y termoeléctricas existentes o proyectadas.

Un buen día, con bombos y platillos, y con todo un despliegue publicitario e informativo de los medios gubernamentales, el gobierno anunció que sólo en socialismo había podido ser conjurada la crisis eléctrica.

A partir de ese momento, los funcionarios de la administración pública reiniciaron su horario habitual, los centros comerciales pudieron abrir sus puertas a su horario anterior, y los cortes eléctricos programados fueron eliminados. Aclaremos, los programados, porque los no-programados continuaron sucediéndose en los más apartados rincones de Venezuela.

Luego de un año, comienzan de nuevo los apagones, las fallas y el establecimiento de una programación de cortes al servicio eléctrico. ¿Qué sucedió?

Sucedió, lo que tenía que suceder por cuanto los problemas que suscitaron y continúan suscitando la crisis eléctrica, no han sido solucionados. El recetario utilizado para conjugar crisis, que funcionó con los alimentos, con la gasolina, con los electrodomésticos, con el desempleo, no funciona con la electricidad.

Revisemos, por ejemplo, el caso de los electrodomésticos. Por las políticas industriales seguidas en la última década, las plantas que fabricaban estos aparatos, tales como neveras, lavadoras, cocinas, etc, fueron una a una cerrando sus puertas. Lo que hizo descansar en las importaciones la oferta para satisfacer la demanda. Pero como Cadivi también se toma su tiempo, fue necesario recurrir a la fórmula china. Se importaron de China grandes cantidades de electrodomésticos, que no pagaron impuestos de importación ni IVA. Ofreciéndose de esta manera con precios por debajo del mercado. Momentáneamente se palió el desabastecimiento de productos de larga duración en manos de los consumidores.

Con la carne y la leche, sucede lo mismo. No se producen en el país, y el gobierno lo traes de donde pueda traerlos.

Pero con  la electricidad eso no es posible. Se pueden traer las plantas de generación, pero hay que hacerlas funcionar. Y para ello, es necesario tener la capacidad gerencial que no se ha tenido para hacer funcionar correctamente las instalaciones que se tenían. Con lo cual, luego de un año, ni funcionan las viejas a toda su capacidad, ni funcionan las adquiridas hace un año como esperaban que funcionaran.

Es así como, cuando se va la luz, se desnuda la capacidad gerencial del gobierno para manejar el servicio eléctrico.

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