por Redacción
La congelación de los precios de los medicamentos, a parte de abrir espacio para el desabastecimiento, evidencia una clara miopía en el enfoque que el gobierno tiene en el sector salud y no evitará que se pague más por los medicamentos.
Venezuela arrancó el 2011 con una devaluación del 65%. Esta devaluación afectó de lleno a los insumos de la industria farmacéutica. Aunque el gobierno rectificó parcialmente, al reconocer a Bs. 2,60 x dólar las importaciones en tránsito hasta el 31 de diciembre del 2010, las importaciones de materia prima se han visto retrasadas al no materializarse dicho reconocimiento todavía.
La respuesta adelantada del gobierno al aumento de precios de los medicamentes, como consecuencia inmediata de la devaluación, fue congelar hasta nuevo aviso los precios de venta. La industria tiene entendido que la congelación estará vigente hasta el mes de abril.
La medida perseguiría, sin duda alguna, mantener los precios previos a la devaluación hasta que se agoten las existencias de materias primas y productos terminados, importados a la tasa de 2,60.
Sin embargo, la revisión de la cadena de comercialización, regulación de precios existente y prácticas comerciales de la industria, droguerías y farmacias, permite prever que los consumidores pagarán precios más altos a pesar del congelamiento de los precios.
Hasta diciembre del 2010, una tercera parte de los medicamentos estaban regulados. Para aumentarlos de precio, los laboratorios debían solicitar autorización ministerial. Para los no-regulados, los laboratorios debían participar al ministerio los nuevos precios. En todo caso, siempre operaba el silencio administrativo. Si luego de un tiempo prudencial el ministerio no contesta, se da como aceptado el nuevo precio. Así venía funcionando el sistema.
Por otra parte, la experiencia acumulada en Venezuela por los laboratorios, les llevó a recelar de la desregularización de precios. Razón por la cual los laboratorios presentaban precios más altos que lo debido, con lo que se empezó a operar comercializar con la política de grandes descuentos y ofertas a las droguerías, trasladados a las farmacias y finalmente al consumidor. Es por ello, que nos acostumbramos en los últimos años a pagar, por los medicamentos, menos de lo marcado en el envase. Esa es la razón por la que, de hace poco más de una década, en las farmacias se han mantenido letreros promoviendo los descuentos hasta de un 40%.
Por lo explicado en el párrafo anterior, es que decimos que se pagará más por los medicamentos. Los descuentos y las ofertas son eliminados por los laboratorios, y las farmacias comenzarán a cobrar el precio total que dice el envase.
Pueden ser fiscalizados los laboratorios, droguerías y farmacias por el Indepabis, y los funcionarios encontrarán que se está vendiendo al precio que dice el envase y, que no es otro, que el registrado en el ministerio. Sin embargo, el consumidor pagará más de lo que pagaba antes.
En una segunda etapa, el gobierno tendría pensado abrir una cadena de farmacias (se ha comentado que llevaría por nombre “Farma-Patria”). Inclusive, se ha especulado que expropiaría alguna de las cadenas de farmacias existentes para darle presencia nacional a la iniciativa. Pero son rumores que se comentan el sector.
Las consecuencias de la congelación de precios son inmediatas: 1) eliminación de ofertas y descuentos; 2) aumento de lo que se paga por los medicamentos, y 3) escasez de medicamentos de gran consumo, primero, y de los menos comunes, después.
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