Por Alfredo Rincón Rincón
Mucha gente habla de Medicina o Economía, sin tener suficientes conocimientos. Eso no tendría mayor importancia mientras no lleguen a Presidentes de Bancos, Ministros de Hacienda, Finanzas o Planificación.
Lamentablemente, en la Venezuela del siglo XXI los planes de desarrollo, la política fiscal, la monetaria y en general, las decisiones en materia económica las han tomado personas que no han demostrado saber y dirigir la economía.
Jenofonte, en el siglo IV A.C., afirmaba que Economía era la ´´ley o la administración de la casa´´. No pretendemos hoy discutir sobre la definición de la Ciencia Económica, donde hay planteamientos más completos y que nos llevaría varias páginas. Basta la definición anterior para adelantar otros conceptos. En el siglo V a.C., el gran Pericles, con el título de ´´estratego´´ de Atenas, logró en pocos años una obra inmensa admirada aún hoy, como lo es el fabuloso Partenón, que aún después del desastre en el siglo XIX, rinde aún de admiración a quienes visitan la Acrópolis. Pericles, sin ser economista, pues no fue sino dos mil años después cuando puede hablarse de la Economía como Ciencia. Pericles, aprovechando la disponibilidad de miles de ciudadanos libres y de esclavos, los utiliza en obras públicas, no solo el precitado Partenón, sino los Propileos y el templo de Eleusis. Además de arquitectos notables, utilizó al gran escultor Fidias.
Aunque no sean reconocidos como economistas, habría que recordar que los primeros bancos se crearon en Mesopotamia hace unos 5.300 años. Hay miles de registros de operaciones que así lo prueban. La creación de la moneda metálica en Lidia (actual Turquía), los más primitivos billetes, cortados de la piel de un ciervo blanco en la China del siglo II a.C. y sustituidos por billetes de papel mil años después en ese mismo país.
Se conoce que en la Roma imperial de hace dos mil años ya había empresas de seguros marítimos, que cubrían las pérdidas por naufragio o piratería. La primera ley de seguros que conocemos es del siglo XV, en Barcelona. No fue casual, ya que el reino de Aragón se extendía no sólo en el este (levante) de España, sino al sur de Italia y dominaba algunas zonas griegas, inclusive Atenas.
En el siglo XVI, pensadores escriben sobre la necesidad de que los países eleven al máximo sus exportaciones de bienes, minimicen sus compras a otros países y logren una balanza comercial positiva y la entrada de oro y plata por el saldo. Se conocieron como ´´mercantilistas´´. Ello enriqueció a Inglaterra, los Países Bajos y las diferentes economías de Italia, empobreciendo a Castilla y Aragón, que ciegos por el oro y la plata de América, redujeron su producción agrícola e industrial. Algo que hemos repetido en Venezuela en varias oportunidades, aunque en los últimos años llegando al extremo de castigar la producción nacional, prefiriendo los bienes importados por los que el propio Estado los adquiere mucho más caros de los que se permite cobrar a los nacionales.
En 1.717 uno de los más notables físicos y matemáticos de todos los tiempos, el gran Isaac Newton es el Maestro de la Real Casa de la Moneda. Aunque ya existía el Banco de Inglaterra, no tenía éste las funciones que hoy posee. Newton aquel año fija el valor de la libra esterlina (£), señalando que la onza Troy de oro valdrá 3£, 17 chelines y 10½ peniques. Ese mismo siglo XVIII es el de los Fisiócratas. Ellos, como Quesnay, señalaban que sólo el trabajar la tierra generaba riqueza, pues uno sembraba unas semillas, y el producto era mucho mayor. Los mismos fisiócratas recomendaban la no intervención del Estado en regulaciones económicas. Es el dejar hacer, dejar pasar, pensamiento que mantendrían los reconocidos como fundadores de la Ciencia Económica, Adam Smith y David Ricardo. En próximo artículo, escribiré sobre algunos destacados economistas del siglo XIX y posteriores. Su importancia la recuerda Keynes cuando refiriéndose a los anteriores a 1.930, dice que los economistas de hoy escriben lo hacen sobre los hombros de los gigantes que los precedieron. Aunque volveré al tema en enero, adelanto sí que los economistas profesores hoy en la Universidad del Zulia son del mismo buen nivel que los que tuve yo de estudiante en los años 60. Ahora, con más recursos tecnológicos.
Para finalizar, me referiré al Economista. Éste tiene que ser un hombre de Ciencia, que conozca de teoría económica, de políticas fiscales y monetarias, con un léxico científico, con buenos conocimientos de matemáticas, de cuentas nacionales, de finanzas y costos, y básicos de derecho, sociología, contaduría y gerencia. Una cualidad para ser buen economista es tener una visión global de la sociedad en que está inmerso. En clases, yo sugiero que debe colocarse en un piso treinta, donde pueda ver a kilómetros, distinguiendo árboles, ríos, otros inmuebles. Es decir, que pueda visualizar los hechos económicos y sociales, para así poder recomendar políticas. Shakespeare escribía que ´´a veces por ver el árbol se deja de ver el bosque´´. El economista no debe hacer eso.
Es conveniente que conozca idiomas extranjeros, inglés y para el futuro, algo de mandarín. Debe ser sensible a la sociedad, defender el medio ambiente, los valores de honestidad, sensibilidad hacia los más débiles, pero respetando también como principales fuentes de riqueza el trabajo, el ahorro y la propiedad privada. Esto último lo planteaba Adam Smith en el siglo XVIII. Por cierto, también Benjamin Franklin, cuyo retrato se ve en los billetes de 100$ que a tantos les gusta, aunque hablen mal del capitalismo.
* Economista
alfredorin@hotmail.com
ARTICULO PUBLICADO EN “PANORAMA” DEL 02 DE DICIEMBRE DE 2.016