¿Crisis o guerra económica?

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crisis-guerra-economiaTodos los ranking de evaluación económica colocan a Venezuela en los últimos lugares. En esos lugares, el país se codea de “tu a tu” con naciones sumergidas en la miseria, la corrupción, la hiper inflación, la escasez, el decrecimiento, restricciones a las libertades y la falta de oportunidades.

Ante ese nivel de desempeño, que evidencia una profunda crisis, cabe preguntarse quién puede tener interés en desatar una guerra económica en contra de Venezuela. De quererse el mal para los venezolanos, ¿es necesario embarcarse en acciones de desestabilización económica?.

La verdad, es que no luce una opción para los países poderosos que pueden sentir que Venezuela es su enemigo. Estratégicamente, la opción para que prosiga la destrucción económica es dejar que el gobierno venezolano continúe con sus políticas económicas de estatización y profundización del “totalitarismo” económico, donde el Estado va asumiendo y copando día a día el control total de los sectores económicos del país.

En 14 años de régimen, el gobierno ha tomado el control de todas las empresas de electricidad, de la Cantv, ha ocupado el espectro de las radio comunicaciones, las cementeras, las siderúrgicas, la distribución de alimentos, el control absoluto y discrecional de las divisas, la distribución del gas doméstico, control absoluto de todas operaciones ligadas a los hidrocarburos y minerías, la tutela del mercado automotriz, ha lanzado asociaciones con otros países para incursionar en la elaboración de harina precocida, construcción de viviendas, el transporte, importación de materias primas para la industria, tomó el control del Banco de Venezuela, entre otras actividades.

En todas estas actividades, es precario el desempeño de las nuevas empresas estatales surgidas o potenciadas con la aplicación de las políticas gubernamentales.

Las consecuencias de estas políticas tocan el bolsillo y la esperanza de los venezolanos. Los principales productos de la cesta básica, no se consiguen fácilmente. La calidad de los productos que se consiguen, no es la mejor. Los servicios públicos de gas, teléfonos, electricidad, recolección de basura y acueductos, deja mucho que desear. Las pérdidas operativas de las empresas estatales de producción, son cuantiosas y evidencia que no son sostenibles en el tiempo.

La persecución en contra del empresariado privado ha logrado que disminuya la oferta de bienes y servicios. Así como haya desaparecido prácticamente la inversión privada de los venezolanos. Solo el Estado invierte (inversión pública) y se registra en las estadísticas como inversión privada, aquella extranjera que viene al país por la vía de los acuerdos de gobierno a gobierno, con chinos, rusos, bielorusos, iraníes, etc.

El llamado “socialismo del Siglo XX1” necesita de los subsidios para que el régimen pueda funcionar. Por ello es Pdvsa la piedra fundamental sobre la cual se asienta ese socialismo.

Luego de 14 años, con la iniciativa privada minimizada, la satisfacción del mercado interno necesita de las importaciones. Lo que se puede hacer si Pdvsa aporta los dólares para importar.

Pero esas políticas también han mermado la capacidad de producción de petróleo, y con ello, la posibilidad de hacerse con los dólares requeridos para financiar un proyecto político de gobierno, que por sus resultados comienza a demostrar su no sostenibilidad en el tiempo, y augura un indetenible tránsito hacia el colapso.

Mientras no se cambien las políticas, y ello pasa por dejar de perseguir a la iniciativa privada, ese curso no se detendrá.

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